El Gobierno anuncia la compra de diez millones de vacunas contra el COVID-19 en lo que parece un ejercicio de optimismo “inasequible al desaliento”.

No existe la vacuna, para empezar. Lo que se ha hecho es algo similar a hacer una cita en el Consulado para “pedir” a un pariente para llevárselo a Estados Unidos y que te den fecha para dentro de unos meses a fin de depositar los primeros papeles.

No se puede comprar la vacuna porque no existe todavía y por tanto no se ha probado y por consiguiente no se puede ni comprar ni vender.

Pero necesitamos una buena noticia porque esta pandemia es tan larga y tan agotadora que la incertidumbre empieza a causar problemas psicológicos y una buena noticia siempre cae bien.

Si el Gobierno pone la fecha del primer trimestre de 2021 y anuncia la compra de diez millones de dosis (las necesarias para vacunar a cinco millones de personas) es un atisbo de esperanza. Hay una fecha, hay un final.

El confinamiento, la ruina del negocio, ver a los estudiantes perder el curso, los planes de vida aplazados, la muerte de seres queridos, la pérdida de la vida como la conocíamos y dábamos por sentada…

A la crisis sanitaria le ha seguido la económica y le seguirá la mental. Los más optimistas repiten que saldremos mejores y más fuertes. Saldremos, como mínimo… más cansados.

Toca sacar lo mejor de uno mismo y no para hacer grandes cosas, sino para resistir y hacer la vida más llevadera a los demás. Toca creer con esperanza que habrá vacuna y esperar que, cuando ocurra esto, haya fondos para comprarla.

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