Vuelve a la mesa el tamaño del PLD
De acuerdo no se han puesto, ni que fueran locos, pero las coincidencias sorprenden y asombran en una circunstancia política de renovación o renacimiento.
El PLD, desde los tiempos de Leonel, venía quejándose de que un partido tan grande era difícil de manejar, y se habló muchas veces de aplicar sinceridad al padrón.
Incluso esa tarea le fue encomendada a uno de los que se fueron y que nunca hizo el trabajo. La pereza es un pecado de la política.
Ahora que se plantea el congreso como la panacea, vuelve a la mesa de discusión el tamaño de la organización, aun cuando en las pasadas elecciones faltaron votos.
¿Cómo reducir con mecanismos propios un partido con vocación de poder ? Habría que depurar en el mejor de los casos o botar gente, provocando reacciones indebidas.
Entonces aparece Leonel y resuelve el problema llevándose a la Fuerza del Pueblo todo lo que flaquee o no sea confiable.
Si se van, y que se sepa no están atajando a nadie, el PLD recobra la normalidad de sus días en que era más importante la calidad que la cantidad.
Mucho más que migran los leonelistas, un peso muerto que conviene aligerar y no seguir durmiendo con el enemigo.