Crece la dimensión de la tragedia en Centroamérica por el paso de Eta

El fenómeno climatológico Eta, primero como huracán y luego como depresión tropical, azotó desde el martes a una Centroamérica ya golpeada por la pandemia, causando una tragedia cuya magnitud crece a medida que los socorristas llegan a las zonas afectadas, donde recuperan cuerpos y constatan la destrucción.

Cifras de muertos y desaparecidos que aumentan – al menos 150 solo en Guatemala – miles de afectados y damnificados, inundaciones, deslaves, destrucción de cultivos, de carreteras, puentes, tendido eléctrico y viviendas en zonas rurales es un escenario que se repite en varios países de la región.

Centroamérica, con unos 50 millones de habitantes, es un territorio con costas en el Atlántico y el Pacífico, volcanes y montañas, en cuyas laderas se levantan comunidades pobres y rurales, lo que la hace una de las regiones más vulnerables del mundo a los desastres naturales.

En Guatemala, las autoridades calculan que al menos 100 personas habrían muerto por un alud que sepultó unas 150 viviendas de la aldea Quejá, una aldea situada al norte del país, cuya ubicación remota, las lluvias y los derrumbes han dificultado la llegada de los socorristas.

Confirmadas hay en Guatemala ocho personas muertas y 18 desaparecidas desde el ingreso de Eta a Centroamérica el martes, y el presidente del país, Alejandro Giammattei, indicó que la cifra de 150 personas fallecidas y no ubicadas es “extraoficial” a la espera de más información.

Miles de guatemaltecos se encontraban aislados este viernes a la espera de auxilio en varios departamentos del norte del país, como Alta Verapaz, Baja Verapaz e Izabal, donde advierten que miles de personas perdieron todo en un panorama desolador.

El Gobierno de Honduras llamó a la comunidad internacional a brindar asistencia humanitaria y financiera al país para atender la emergencia tras el paso de Eta, que dejó una veintena de muertos y pérdidas millonarias a la infraestructura y economía que aún no han sido cuantificadas.

Algunos de los miles de damnificados salían de sus comunidades con lo que podían cargar: maletas, a sus hijos, gallinas o colchones, a la espera de instalarse en un albergue.

Centenares de afectados reciben atención en escuelas, centros comunitarios y otros espacios convertido en albergues, en los que hay personas de todas las edades, al tiempo que las autoridades sanitarias hacen llamados a la población afectada a que siga usando mascarillas, para prevenir la COVID-19, de lo que no van provistos muchos damnificados que salen de zonas inundadas.

La cifra de muertes por las lluvias que han azotado especialmente el oeste de Panamá se elevó este viernes a al menos ocho, mientras que hay “68 personas no localizadas”, dijeron las autoridades, que aún no han podido llegar a comunidades que han quedado aisladas por derrumbes o destrucción de vías.

El ministro de Seguridad, Juan Pino, detalló en una conferencia de prensa que 2,063 personas han sido afectadas por las lluvias y que 757 han sido rescatadas o evacuadas.

Este viernes tres helicópteros y un equipo de 42 personas de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (FTC-Bravo) del Comando Sur se sumó a las labores de búsqueda, rescate y evacuación en Panamá, informó la Embajada estadounidense.

Eta dejó una estela de devastación en Nicaragua, donde miles de personas permanecen damnificadas, los daños materiales no terminan de ser contados, y el impacto en vidas humanas es desconocido, ya que las autoridades no reconocen víctimas mortales, de las que se han reportado al menos dos.

Más de 30,000 personas en albergues han empezado a volver a sus casas, informaron las autoridades nicaragüenses.

En El Salvador se reportó la muerte de una persona y casi 2,000 evacuados, mientras que en Costa Rica se mantiene la cifra de dos muertos a causa de las lluvias asociadas a Eta.

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