Centroamérica busca recuperarse de estragos dejados por Eta

A casi una semana del ingreso del potente huracán Eta a las costas de América Central, las autoridades de la región tratan de dar respuestas a los centenares de miles de damnificados mientras seguían buscando a posibles sobrevivientes atrapados por aludes o incomunicados por desbordamientos de ríos en zonas remotas.

Hasta el lunes, se reportaban preliminarmente algo más de un centenar de muertos —principalmente en Honduras, Guatemala y Panamá— y un número mayor de desaparecidos o personas que no habían sido localizadas o quedaron incomunicadas a causa del meteoro, que también dejó a su paso una vasta destrucción de viviendas, plantaciones agrícolas y vías terrestres.

Eta, que el jueves siguió como tormenta tropical a Cuba y luego enfiló el fin de semana hacia el estrecho de la Florida, hizo recordar en Centroamérica el paso hace 22 años del potente y destructivo huracán Mitch, que ocasionó decenas de miles de muertos y pérdidas multimillonarias en la zona.

Aunque Eta fue de lejos menos mortífero, sus vientos y copiosas lluvias la semana pasada desbordaron ríos y ocasionaron aludes en buena parte de la región. Además la dejaron aún más vulnerable ante próximas lluvias y otros posibles eventos meteorológicos de la temporada.

Uno de los dramas más fuertes se vivía en Guatemala, donde Eta había causado hasta el lunes 33 muertos y se realizaba la dificultosa tarea de encontrar a más sobrevivientes de un desprendimiento de toneladas de tierra y escombros en la remota comunidad de Queja, en las montañas centrales de ese país, donde se teme que permanezcan soterradas un centenar de personas.

Sólo se habían recuperado allí un puñado de cuerpos y todo parecía indicar que Queja eventualmente se sumaría a las filas de otros impresionantes derrumbes de montañas en Guatemala que terminan convirtiéndose en el lugar de descanso final de sus víctimas.

En el pasado, las autoridades han declarado zonas de deslaves “camposantos” tras detener las operaciones de búsqueda de posibles sobrevivientes pese a las objeciones de familiares.

El balance preliminar de las autoridades guatemaltecas indica que más de 300.000 personas han sido afectadas en todo el país por los derrumbes e inundaciones, en tanto que 72.000 han sido evacuadas de zonas de riesgo. La víspera, una avioneta con ayuda humanitaria a las poblaciones damnificadas del occidente se desplomó al despegar del aeropuerto de la capital guatemalteca matando a su piloto.

En Honduras, la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) informó el lunes que la cifra de muertos dejada por el paso de Eta como depresión tropical aumentó a 57 y que ocho seguían desaparecidas. Estimó que más de 1,7 millones de personas resultaron afectadas, de ellas unas 11.000 necesitaron traslado a albergues temporales.

Centenares de carreteras y decenas de puentes quedaron destruidos en Honduras, que fue el país centroamericano que sufrió los mayores embates y registró el mayor número de fallecidos por el paso de Mitch en 1998.

En Nicaragua, se espera que el gobierno del presidente Daniel Ortega ofrezca el lunes un informe sobre los daños causados por Eta a su ingreso como huracán categoría 4 a la costa norte de ese país el martes. Hasta ahora, los reportes indican que el ciclón causó al menos dos muertos, devastó una comunidad indígena del norte nicaragüense y dejó cuantiosos daños materiales.

“El huracán ETA desbordó las capacidades nacionales para el manejo de la emergencia, evidenciándose una modesta e insuficiente respuesta gubernamental”, dijo en un informe preliminar el Centro Humboldt, una ONG, sobre el paso del ciclón en Nicaragua.

“Sin embargo, la iniciativa y experiencias de los pobladores para la autoevacuación, contribuyó a que ETA no dejará víctimas de muerte por inundaciones”, agregó.

Panamá, en tanto, sufrió con dureza los coletazos de Eta y debió destinar 100 millones de dólares de emergencia para atender la devastación que dejaron los derrumbes y desbordamiento de ríos en poblados y carreteras, principalmente de las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro, al occidente y fronterizas con Costa Rica.

Las autoridades aumentaron el domingo la cifra de muertos a 17, al tiempo en que seguían reportando a 62 personas que no habían sido localizadas probablemente porque quedaron en algunos poblados remotos incomunicados y a los que los equipos de socorro no habían podido acceder.

Más de 3.300 personas estaban en 29 albergues y casi la mitad de ellas provenían de la comarca indígena Ngabé Bugle, la más numerosa del país y con los mayores índices de pobreza.

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