A propósito de la espectacularidad en la lucha contra la corrupción y del gozo por las expectativas de que casi ya habrá presos, deseo resaltar dos asuntos. 1. Lo dicho por la procuradora Miriam Germán: “La prisión no es una cuestión que se toma a la ligera. Para ordenar prisión tiene que haber motivos serios y también el peligro de culpa”. 2. El daño que hace la bulla y tener corruptos favoritos de antemano, pues se crea descreimiento y desconfianza, lo que posibilita aquello que certeramente señala el periodista e investigador peruano Gustavo Gorriti, muy empapado del tema Odebrecht en su país: “Cuanto más ruidoso sea el linchamiento y más queme la hoguera, mejor se podrán ocultar los bribones que danzan alrededor de ella”.

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