Uno de los motores del cambio político reflejado en las urnas en las elecciones pasadas fue la necesidad de justicia en la lucha contra la corrupción.

Así lo expresaron las urnas y a eso se comprometió el Gobierno que asumió el poder en agosto. No podía dejar de cumplir y así lo manifestó el presidente Abinader desde el día primero. Las detenciones de ayer responden a este estado de cosas. Son casos que nunca debieron ser postergados tanto tiempo.

Estos procesos responden a unas corrientes supranacionales de las que República Dominicana no puede sustraerse. De la misma manera que el caso Odebrecht ha provocado dimisiones y hasta fugas y suicidios presidenciales, la corrupción en América Latina no se maneja con la misma displicencia que décadas atrás. Se podrá criticar el método seguido en algunas de las detenciones de la madrugada del domingo con innecesarias premuras.

Lo importante de estos procesos no es cómo empiezan ni el revuelo que levantan, sino que las investigaciones y los expedientes estén bien fundamentados y lo que se imparta sea realmente justicia. No se necesita más.

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