Tras el rastro de la larga e invisible mano del Mosad

La versión de película de espionaje que han referido altos cargos de Teherán tras el asesinato del científico Mohsen Fakhrizadeh ha suscitado sonrisas sardónicas entre los analistas de seguridad de Israel. El padre del programa nuclear iraní cayó muerto a balazos la semana pasada en una precisa emboscada en Absard, lugar de residencia secundaria favorito de la cúpula del régimen islámico. El ataque, según ese asombroso relato, fue perpetrado con una “ametralladora operada por control remoto”, mediante “dispositivos electrónicos vía satélite” y con el “logo de la industria militar israelí”. De acuerdo con esta versión, contradictoria con la de testigos entrevistados en un primer momento, “ningún individuo estuvo presente”, como enfatizó el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, almirante Ali Samhahni. No hubo detenciones.

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