La menos peor
Dice la reciente encuesta de Gallup-Hoy, que el 93% de la población dominicana apoya que se mantengan los programas de protección social aplicados para contrarrestar los efectos económicos y sociales del COVID-19, entiéndase Quédate en Casa, FASE y Pa’Ti. Yo también estoy de acuerdo. Eso muestra el abrumador apoyo con que cuentan entre los sectores populares y los empresariales estas políticas anticrisis.
No recuerdo exactamente cuántos apoyan que se incremente el presupuesto del Ministerio Público y de todo el Poder Judicial, pero múltiples encuestas confirman que esta idea es vista favorablemente por la población, y seguramente más a partir de la Operación Antipulpo. Y yo también estoy de acuerdo.
Supongo que en el cuestionario de la Gallup no se incluyeron preguntas a la población sobre su disposición a aportarle más al Gobierno para que pueda financiarlos. O bien una pregunta para que escoja entre un juego de opciones posibles: 1) Cobrar más impuestos; 2) Emitir más deuda pública, o 3) Bajar el gasto público en otros capítulos.
Me atrevería a adivinar que la gente respondería mayoritariamente que prefiere la tercera opción, es decir, bajar otros gastos. Incluso ya sabemos por la propia Encuesta Gallup-Hoy que el 83% apoya que se reduzcan a la mitad las asignaciones a los partidos y tres cuartos apoya que se eliminen el barrilito y el cofrecito de los legisladores. Y yo también lo apoyo. Es más, pienso que esos fondos no son más que mecanismos de corrupción legalizados que nunca debieron existir.
Pero seguramente la población no sabe que eso no alcanza. Es más, no daría ni para el 1% del dinero requerido para mantener esos programas de protección social. Entonces habría que seguir recortando, comenzando por lo que, al mejor juicio de cada ciudadano, represente lo menos prioritario.
Pero tampoco alcanza. Es más, si cierras todos los ministerios y te dedicas a pagar la deuda y mantener los programas que se manejan a través de la Presidencia, la policía, los militares, la Justicia, el Congreso y apenas los ministerios de Educación y Salud, todavía tampoco alcanza.
Y resulta que eso no se puede. ¿Te imaginas un Estado funcionando sin Relaciones Exteriores, sin Hacienda y Economía, sin Agricultura o Industria, sin Turismo o Medio Ambiente? Impensable.
Esas son las grandes cuestiones sobre las cuales la sociedad dominicana tiene que ponerse de acuerdo: qué Estado queremos y cómo vamos a financiarlo. O sea, cuál va a ser nuestro pacto fiscal.
Cualquier economista no quisiera ahora mismo verse en la piel de quienes, analizando la situación macroeconómica y social del país, tienen que tomar las decisiones sobre cómo asignar los recursos. Y para los grandes amigos que se encuentran en esa posición les voy a decir algo, aunque peque de muy categórico: cerrar en enero los programas Quédate en Casa, FASE y Pa’Ti tampoco se puede.
Independientemente de lo que diga Gallup, esos programas fueron concebidos para el corto plazo cuando se creía que el coronavirus era cuestión de un par de semanas. Eso permitió sobrevivir a una inmensa porción de hogares dominicanos, de industrias y de comercios y, aun así, muchos negocios fueron liquidados. Y muchos conservan su empleo porque existe FASE. Pero resulta que el virus y la crisis han seguido y nadie sabe hasta cuándo. Entonces eliminar de golpe esos programas sería socialmente inhumano, y macroeconómicamente peor, por sus implicaciones para el mundo de los negocios.
Cobrar más impuestos en medio de esta crisis hasta el nivel requerido para cuadrar las finanzas públicas sería lo menos recomendable. Y seguir cerrando ministerios y programas tiene su límite porque, como dice la gente, Dios aprieta, pero no ahorca.
Fuera de las consecuencias políticas e institucionales, ¿se imaginan las implicaciones de seguir mandando para la calle a tantos padres de familia en una época en que no hay empleos fuera? El Gobierno afronta un desafío en que todas las opciones son malas, por lo que no hay de otra que escoger la menos peor: más deuda.
Y esto es algo que también hay que pensarlo dos veces, pues también tiene sus límites, y en cualquier momento el mercado financiero mundial puede darnos un susto.
Finalmente, un consejo a mi amigo el presidente Abinader: no siga prometiendo más obras por ahora si no quiere salir feo en la foto de salida. Y esto, que vengo de una provincia que no ha recibido la primera promesa a pesar de las muchas que necesita; pero ya los mocanos estamos acostumbrados a no recibir promesas, excepto el camino de salida.