El monto importa, pero el concepto es lo que es inadmisible. Un legislador tiene unas funciones determinadas en un Estado de derecho con separación de poderes.

Hacer caridad pública a título personal con el dinero de los contribuyentes no es una de ellas. Ni las promesas de campaña de los jóvenes legisladores ni las críticas de la prensa, de las organizaciones internacionales, de particulares o instituciones… han servido para que los legisladores corrijan esa anomalía democrática que es el dinero que se autoasignaron en un momento y que se ha quedado como una de las partidas eonómicas a las que tienen derecho… porque sí.

Ahora es el presidente Abinader el que ha tocado el tema utilizando los términos “reencauzar la asignación discrecional de fondos públicos”.

Se apuntaría un gran tanto entre sus votantes, aunque no caiga bien entre los legisladores de su partido. No sobra el dinero y los programas sociales que hay que mantener en esta crisis demandan austeridad bien entendida y altura de miras. Empezar por quitar el barrilito es una estupenda forma de hacerlo.

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