Viajando con Beethoven- los conciertos para piano

El legado musical de Beethoven contiene 138 obras musicales, ordenadas por números, conocidos como opus, asignados por los editores del compositor mientras él vivía.

Además de estas obras, ya numeradas, encontramos otras 205 que no tienen número de opus y que fueron publicadas después de la muerte del compositor. A estas obras se les asignaron números WoO (Werke ohne Opuszahl, obras sin número de opus). Este catálogo fue realizado en 1955 por Georg Kinsky y Hans Halm (Das Werk Beethovens).

Vamos a ver en este artículo, los conciertos para piano y orquesta, cada uno de característias muy diferentes, fiel reflejo de su compositor y de las diferentes etapas de su vida. Al mismo tiempo, son excelentes ejemplos de la capacidad de Beethoven para crear grandes obras orquestales.

El primer concierto que compuso para piano y orquesta, lo inició en 1796 y finalizándolo al siguiente año. Se estrenó en Praga en 1798. Tanto el Concierto No. 1, como el concierto n.º 2, ambos para piano y orquesta reflejan la asimilación por parte de Beethoven de los estilos de Mozart y Haydn, son alegres y ligeros a pesar que sus cambios armónicos abruptos demuestran la personalidad única de Beethoven, y son en el fondo destellos de las piezas revolucionarias venideras, los dos conciertos fueron estrenados por el propio compositor.

Philippe Entremont dirige desde el piano el concierto no. 1 con la Orquesta de RTVE

Cristian Zimmerman dirige desde el piano el concierto no 2

El Tercer Concierto para piano y orquesta, es una obra que supera los dos primeros conciertos, por su comportamiento profundamente sinfónico. Debemos tener claro, como dije antes, que cada concierto de Beethoven es diferente. Este tercero está lleno de una fuerza emocional, que se aleja de muchos de los patrones que se habían asentado en los dos conciertos precedentes.

En Beethoven, el piano representa, en muchos sentidos, el instrumento central sobre el que órbita su creación instrumental. Junto a sus treinta y dos sonatas, los cinco conciertos para piano son, el otro conjunto de obras que acaparan mayor atención en todo su dilatado catálogo instrumental y, a pesar de que su composición abarca un período temporal más conciso, también permiten adentrarnos en este vínculo tan estrecho establecido entre el compositor y un instrumento que —por aquel momento— se encontraba en una constante evolución. El compositor inicia, con este tercer concierto un osado camino del que ya jamás se devolverá.

Artur Rubinstein – Beethoven: Piano Concerto No.3 – Concertgebouw Orch. – Bernard Haitink (1973)

El cuarto concierto, mi favorito por mucho, es novedoso, se inicia con una sosegada frase en el piano de cinco compases de fuerte carácter poético. La frase termina quedando abierta, y la recoge la orquesta de modo sorprendente, una auténtica declaración de intenciones de lo que será todo el concierto. Beethoven ahondará en esta relación solista-orquesta muy especialmente en el segundo movimiento; una página que transciende lo estrictamente musical. Su estreno tuvo que ser postergado hasta diciembre de 1808, dos años después de haber sido concluido, al no encontrar Beethoven ningún pianista para la parte solista, siendo estrenado por el mismo compositor al igual que había ocurrido con los otros conciertos predecesores. La versión de Emil Giles es de antología, hay que buscarla.

Disfruto enormemente del doble papel de solista y director. La duplicidad del director – pianista, dirigir desde el piano un concierto no es tarea fácil, poder triunfar en un concierto en el rol de pianista y director a la vez, es admirable. Una demostración de profunda madurez, serenidad, dominio del instrumento, de la orquesta y de la partitura, esa maestría me conquista, no todos la poseen y no todos salen adelante en el rol.

Daniel Barenboim desde el piano en el festival de Salzburgo

El Quinto concierto, el ultimo de piano y orquesta del compositor, es uno de los conciertos más populares en la historia del instrumento. La pieza fue escrita en momentos muy difíciles de la historia en Europa, en los que, según palabras del compositor, solo se escuchaban tambores y cañones, y se vivía todo tipo de miseria humana. La composición de este concierto comenzó en 1809, en un período de aislamiento social y conflictos bélicos, como la ocupación de la ciudad de Viena en mayo de ese mismo año por parte de Napoleón, hecho que obligaría al músico a interrumpir la gestación de la obra y refugiarse en sótanos durante este tiempo de cañones y miseria. el quinto concierto para piano encarna a la perfección el sueño luchador y los anhelos de victoria del ideario beethoveniano.

Este fue el único de sus conciertos de piano, que no estrenaría, ya la sordera que padecía le pasaba una dura factura. Por esta razón, Beethoven escribió todas sus cadencias en la partitura, claramente instruyó a los intérpretes a no insertar las suyas propias. La obra posee. un sentido de afirmación y un fuerte olor a lo militar lo que provocó el título del concierto, Emperador¨. La tonalidad luminosa, de esta obra y de otras escritas en el mismo periodo, es una clara representación del triunfalismo en Beethoven, del encuentro de su propia paz frente a las adversidades, del ser que se encara a sus maldiciones y sale laureado. Las sombrías experiencias de los meses anteriores no habían disminuido sus poderes creativos.

Maurizio Pollini, dirigido por Claudio Abbado con la Sinfónica de Roma, dos titanes.

Amigos, me han preguntado, con qué obra de Beethoven inician su andadura, de mi parte por donde prefieran, ya que un viaje a través de la obra de Ludwig Van Beethoven, es lo mismo que el viaje a través de la vida en su máxima expresión, sabiduría y pasión, y espero que Beethoven pase a ser sencillamente imprescindible, como lo es para mí.

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