México pone coto al espionaje de Estados Unidos en su territorio
El agente Víctor Vázquez de la DEA se enfundó en un traje de la Marina mexicana, agarró un rifle de alto calibre y una pistola. Era febrero de 2014 y el narcotraficante más poderoso del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán, no había sido detenido todavía después de su primera fuga de un penal de Jalisco. En el juicio de enero del año pasado contra el capo en Nueva York, se desvelaron algunos detalles de cómo la agencia antidrogas estadounidense no solo desplegaba su poder en territorio mexicano en su objetivo de desmantelar al crimen organizado, sino que en operativos de este calibre era un agente como Vázquez el que daba órdenes a una decena de marinos. Nadie se extrañó entonces. Ahora México quiere que todo eso cambie.