Francia reabrirá las fronteras con el Reino Unido pero exigirá pruebas anticovid

Los Gobiernos británico y francés han negociado este martes contrarreloj una solución que permite la reapertura de las fronteras con el Reino Unido, a partir de esta medianoche, pero exigirán a los camioneros atrapados un test negativo del coronavirus (una PCR o una prueba de antígenos sensibles a la nueva cepa detectada en territorio británico), una medida que amenaza con provocar problemas de congestión durante días. La medida permitirá utilizar la mayor frontera europea del Reino Unido a ciudadanos franceses o residentes en Francia, personas en tránsito, a transportistas y a todo personal relacionado con el tráfico de mercancías.

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El bloqueo del transporte agota las reservas del Brexit

Cuando las empresas británicas que más dependen del suministro del continente comenzaron a sospechar que era posible concluir el año con un Brexit duro, aceleraron el ritmo de sus importaciones para construir un colchón de seguridad. La crisis provocada por el coronavirus hizo que muchas de ellas bajaran la guardia a lo largo del año, confiadas en que el desenlace de las negociaciones entre Londres y Bruselas no podía ser otro que un nuevo acuerdo comercial.

En las últimas semanas, la cadena de supermercados Sainsbury’s, por ejemplo, ha llenado hasta arriba sus almacenes en previsión de un fin de año accidentado. No imaginaban que una nueva cepa del virus originada en el Reino Unido causaría el bloqueo de las comunicaciones. Eran los primeros en advertir, el pasado lunes, de que en los próximos días comenzarían a escasear los productos perecederos de los que se abastece la isla. “Si no logramos ya que los camiones vuelvan a circular por la ruta del canal de la Mancha, no serán capaces de recoger los nuevos cargamentos de frutas y verduras de los que dependemos para esta época del año”, ha anticipado este martes Andrew Opie, director de Alimentación y Sostenibilidad de British Retail Consortium, la confederación que defiende los intereses de los comercios minoristas británicos.

Boris Johnson compareció el lunes en una rueda de prensa improvisada junto a su ministro de Transportes, Grant Shapps, para asegurar que trabajaba en una solución con el presidente francés, Emmanuel Macron, y animar a los ciudadanos a hacer sus compras navideñas. Las previsiones de los comercios, decía el primer ministro, eran “robustas”. Johnson intentaba quitar hierro al desastre de comunicación que supuso confinar sin previo aviso a todo Londres y el sur de Inglaterra en medio del fin de semana, y culpar de la decisión a una nueva cepa del virus de la que todavía se desconocían muchos detalles. “Lo que está ocurriendo ha servido para levantar ligeramente el telón y comprobar en qué va a consistir un Brexit duro”, explicaba a Bloomberg el presidente de la Federación de Alimentos y Bebidas británica, Ian Wright.

La oposición laborista, que respaldó la decisión del Gobierno de endurecer las restricciones en Londres e imponer un confinamiento, cargó sin embargo duramente contra Johnson por el modo en que reaccionó a la crisis del Eurotúnel. “Está claro que ni siquiera se molestó en averiguar cuál era la situación en Kent, o intentaba ocultarla”, acusó al primer ministro el portavoz laborista de Transportes, Jim McMahon. “Es un primer ministro desesperado ante una nueva crisis. Necesita ofrecer mayor transparencia sobre todo lo que ocurre y asumir el mando”, dijo.

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