Jugador preso por amaño de partidos busca orientar a jóvenes

Cuando Moses Swaibu se presenta ante futuros jugadores de la Liga Premier y les habla de los peligros de enredarse en el amaño de partidos, lo hace con la voz de la experiencia.

“Ustedes no quieren terminar en mi situación, yendo a la cárcel”, dice Swaibu, al rememorar el consejo que transmite a algunos de los jugadores más famosos del mundo, con quienes ha charlado en los campos de prácticas. “No quieren estar sentados en una celda con alguien que antes los admiraba porque jugaban en la Liga Premier”.

“No quieren probar sólo comidas enlatadas y bolsas de papas fritas. Tampoco que alguien les abra la puerta y les diga lo que deben hacer o no durante 24 horas. En ese momento es cuando uno entiende. Pero debo decirles que ese es el peor de los escenarios. El mejor es que sigan jugando en la Premier, sin hacer nada de esto, y que todos sean felices”.

Las charlas educativas de Swaibu en academias a las que asisten futuros astros buscan evitar que la nueva generación de futbolistas cometa los mismos errores en los que incurrió él. Son lecciones sobre la forma en que una cadena de errores desencadenó que Swaibu fuera condenado hace cinco años por complot para soborno de jugadores de ligas inferiores en Inglaterra.

El futbolista fue encarcelado, junto con Delroy Facey, quien era delantero del Bolton en la Premier.

Swaibu, de 31 años, comenzó su carrera en el Crystal Palace, pero nunca llegó al primer equipo. Terminó en el Lincoln de la cuarta división, donde conoció a Facey.

“Delroy nos había pedido que fuéramos a su habitación de hotel, donde nos presentó a estos encargados de amañar partidos, quienes querían que nos dejáramos ganar en un encuentro”, dijo Swaibu en una entrevista con The Associated Press. “Ellos ofrecieron unos 60.000 euros pero, en aquel momento, todos se dieron la media vuelta y dijeron: ‘No , no lo haremos’. Pero nunca lo denunciamos”.

Swaibu lamenta eso ahora.

Aquel encuentro lo puso en un camino que lo llevó a pasar cuatro meses en prisión, luego que un juez consideró que su conducta y la de Facey eran “como un cáncer” que podría haber socavado la limpieza del fútbol. Distintos investigadores dijeron que los jugadores fueron parte de un intento concertado por crear una red de jugadores corruptos en Gran Bretaña.

“Deliberadamente apuntaron a las ligas inferiores al creer que, debido a que los jugadores ganan menos ahí, serían más susceptibles a aceptar un soborno”, dijo Adrian Hansford, investigador de la Agencia Nacional contra el Crimen.

Swaibu insiste en que no participó en la manipulación de resultado alguno. Pero fue indebida tan sólo la oferta de dinero, y Swaibu quiere que los jugadores sepan esto.

“Mucha gente probablemente no entiende por lo que pasé”, dijo. “Me topé con la falta de pago, malas relaciones con los técnicos, recorrer el país sin saber cuándo me pagarían, no tener idea de cómo iba a solventar mis gastos. Hay muchas variables que entran en juego cuando tomas este tipo de decisiones”.

Los encargados de amañar partidos apuntarán a jugadores vulnerables, no necesariamente para manipular el resultado, sino para que otras cosas ocurran durante el encuentro.

“Ellos podrían saber que tienes un problema con las apuestas, que te gusta apostar. Te pedirán tu número, te añadirán en Instagram o en otra red social’, contó. ”Entonces, antes de que lo sepas, pensarás que tienes un nuevo amigo, pero esta persona te irá conduciendo al punto en que un día te preguntará: ‘¿Has pensado alguna vez en ganarte intencionalmente una tarjeta amarilla o roja?’’.

La incertidumbre financiera en las ligas inferiores, a raíz de la pandemia de coronavirus, podría llevar a que más jugadores se vean tentados a participar en estos amaños.

“El señor que amaña los partidos y que corrompe está al tanto de todas las noticias en la prensa. Casi tiene a un grupo de gente al que puede manipular”, explicó. “Así que no llegarán contigo y te dirán: ‘Te daré 10, 20 o 30.000 libras’. Más bien podrían decirte: ‘Te daré 1.000 libras si vienes a esta reunión, pero no quiero que hagas nada’ más”.

“Tan sólo eso puede ser una forma en que te están preparando, porque te lleva a decir: ‘Bueno, iré a la reunión. No es ilegal, ¿o sí?’”.

Ello puede derivar en que una carrera termine como la de Swaibu, con una suspensión vitalicia.

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