Radicalización y supervivencia en los campos para mujeres del ISIS en Siria

Tras sobrevivir cinco años bajo el yugo del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), a los bombardeos, las batallas y al infierno de Baguz, último reducto del grupo terrorista en Siria, las mujeres yihadistas y sus hijos internos en los campos de detención bajo control kurdo en el país afrontan una situación de escasez e insalubridad que se ha agravado con la pandemia. El deterioro de la economía, y la disminución de la ayuda internacional debido a la covid-19, ha exacerbado la competencia entre las mujeres por captar donaciones para poder sacar adelante a sus hijos. También ha impulsado la radicalización de una parte de las mujeres de estos cinco campos (unas 70.000 personas en total) para familias del ISIS en el noreste de Siria, con el fin de atraer fondos de grupos yihadistas.

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Apuestas por la desradicalización

Hace un año y medio que la ONG kurda Shams lanzó un programa para desradicalizar a las mujeres yihadistas en los campos. “Poco a poco, y gracias a la ayuda de las mujeres que acudieron a las primeras sesiones, hemos expandido los talleres de dibujo, música y debates de 10 a 500 mujeres”, cuenta su directora, Nour Halil, en conversación telefónica desde el noreste de Siria. La gran mayoría de las presas son sirias o iraquíes. La ONG aún no ha logrado trabajar con las extranjeras de Al Hol, donde el personal de las organizaciones locales y extranjeras es apedreado o atacado por las más radicales de entre ellas cuando entran en el anexo reservado a estas mujeres. “Cuanto más tiempo pasa sin trabajar con estas mujeres sumergidas en un ambiente malsano, más radicales se vuelven” admite Halil, quien defiende los importantes logros conseguidos tras un año de trabajo con mujeres que inicialmente soñaban con inmolarse y ahora solo quieren empezar de nuevo sus vidas.

Ante la falta de otras soluciones, las familias de las mujeres y niños cautivos siguen enviando dinero para que la salud de los pequeños no se deteriore. La Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES, liderada por la rama política kurda en coalición con fuerzas árabes locales) ha solicitado en repetidas ocasiones a los países de origen de los yihadistas que repatríen a sus nacionales o, en su defecto, que apoyen la creación de una corte penal internacional en el noreste de Siria para juzgarlos. Sin embargo, tan solo unos 60 europeos han sido repatriados, la mayoría menores huérfanos. Los países de la UE temen el retorno de los radicales a su territorio sin que sus sistemas judiciales puedan procesarles por falta de pruebas.

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