Movimiento Interiorista del Ateneo Insular celebró reunión virtual

El Movimiento Interiorista del Ateneo Insular realizó recientemente una reunión virtual en la que se trataron varios temas literarios.

La actividad fue moderada por el escritor Bruno Rosario Candelier, fundador del Interiorismo, junto a la poeta Rita Díaz.

El Cantar de los Cantares fue el libro especialmente analizado en la tarde literaria, sobre el que hablaron Luis Quezada Pérez, teólogo mocano, Rosario Candelier y Sandra Berroa.

En su ponencia titulada el Cantar de los Cantares, la parábola del amor”, Quezada dijo que “en dos mil años de cristianismo el Cantar de los Cantares ha sido el texto preferido de los contemplativos y místicos”.

Señaló que “desde Orígenes hasta san Juan de la Cruz, hombres de profunda vida interior, al igual que mujeres como santa Teresa de Jesús, se ha visto en el Cantar un texto para enamorarse de Dios”.

Manifestó que “el Cantar es un texto que no se escribió para exaltar el matrimonio, no se escribió para valorar la maternidad de la mujer ni para exaltar la procreación: El Cantar se escribió para expresar sencillamente el amor apasionado entre un hombre y una mujer”.

Dijo que “su estructura dialógica (El y Ella), son todas las parejas del mundo que repiten a lo largo de los siglos el milagro del amor y ese milagro del amor humano es el que puede explicarnos el misterio del amor divino”.

Sobre la autoría del Cantar de los Cantares el exégeta dijo que “hay docenas de interpretaciones sobre la estructura del Cantar”. “El Cantar de los Cantares es una joya literaria y una joya teológica, pero la autoría del Cantar de los Cantares, en toda discusión de los biblistas, no es unánime: hay una tendencia muy fuerte a pensar que la autoría de este libro es femenina, que puede ser una autora o varias autoras”, añadió.

Sandra Berroa, desde Hato Mayor, expuso “Una visión amorosa del Cantar de los Cantares” y expresó que quiso enfocarse en dos cosas que para ella “fueron esenciales del Cantar”, que son “la belleza y el amor”.

“Creo en la posibilidad de crear una crítica sin lacerar la naturaleza íntima del poema. Sus ocho capítulos nos brindan la oportunidad de adentrarnos al misterio de la creación poética y a la no menos portentosa relación de dos amantes, desgarrándose en profundidad para aflorar las vertientes del decir, los cuales necesitan un séquito de elementos comparativos para asemejarlo al ser o a la cosa amada”, dijo.

Manifestó que “los versos tienen un marco magistral cuando toman el mundo del erotismo”.

“Es un poema cargado de amor recíproco y vibrante, apetecible como el vino, los lirios… Y para imponerse aún más agrega a su juego estilístico recursos literarios, adjetivos directos y metamorfosea su visión de la amada, al mismo tiempo la compara en una libertad de lenguajes”, indicó.

Rosario Candelier afirmó sobre “los rasgos místicos del Cantar de los Cantares, que es “es un hermoso y cautivante texto bíblico de creación poética inspirado en el amor, que encarna una agraciada voz femenina, lírica, simbólica y mística”.

Explicó que “la voz de una mujer, que es la voz de la Sulamita, la amante del Cantar bíblico, conduce la organización de todo el poemario que, a la luz de la espiritualidad sagrada, contiene tres notables atributos estéticos y espirituales.

“La búsqueda de la Sulamita, que es la búsqueda del amante, plasma el lenguaje del amor, que ha pautado el lenguaje de la lírica mística de todos los místicos que en el mundo han sido: “Busqué al amado de mi alma; busquéle y no lo hallé” (Tercer canto, 3, 1)”, dijo sobre el primer atributo.

Sobre el segundo atributo expuso: “La búsqueda de la Sulamita, que es la búsqueda de la presencia del amado, pauta la búsqueda mística, que ha movido la sensibilidad teopática de todos los místicos que en el mundo han sido: ‘Me levanté…buscando al amado de mi alma’” (Tercer canto, 3, 2).

“La búsqueda de la Sulamita, que genera una honda interrogación mística, representa la pregunta más profunda y sugerente que se han hecho todos los místicos que en el mundo han sido y que hiciera por primera vez la Sulamita del texto bíblico: ‘¿Habéis visto al amado de mi alma?’” (Tercer canto, 3, 3).

“Por ese exultante sentimiento de amor, por esa singular ponderación de la belleza, por ese impulso espiritual de contemplación, la tradición mística aprecia en el Cantar de cantares un canto alegórico del amor divino como lo sienten los místicos. Ningún canto de amor ha ejercido tanta fascinación en la valoración de la belleza y la ponderación del amor como el Cantar de cantares”, agregó Rosario Candelier.

Y explicó: “Y esa fascinación obedece al impacto del amor en la sensibilidad y la conciencia, a sus virtudes literarias en la expresión estética y a sus connotaciones alegóricas en su contenido espiritual, como el sugerido en la búsqueda de lo divino por este canto inmortal de las letras universales”.

Nota: informaciones aportadas por Miguelina Medina.

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