Vestidos de civil imponiendo respeto

El país tiene un problema que no sabía que tenía: los generales vestidos de civil que andan por las calles imponiendo un respeto que parecen no merecer.

El entrenamiento de los agentes de tránsito debe completarse con la inteligencia de reconocer a un general cuando se disfraza de civil.

Los incidentes se multiplican y la gente solo se entera de los que se graban y figuran en las redes, pues es la única forma de castigar la insolencia y la petulancia.

Aunque satisface ver la entereza de los uniformados y de las patrullas que ya no comen cuento y al más bonito lo dejan con su moño de irrespeto hecho.

Un abuso que tiende a desaparecer y que fue costumbre (o cultura) en otros tiempos, una pregunta que sacaba de apuro, pero que ya no.

El arrogante ¿Usted me conoce, sabe quién yo soy?, compañero de ruta, pero no de ánimo, del indulgente Deme un chance, ya no rinde su cometido.

El ¡súbanlo! ¡llévenselo!, resuelve como si fuera una ley escrita en el cielo. Igual, las llamadas se cruzan y los jefes no se atreven a intervenir a favor del tipo o de la tipa que hace desorden.

Los rangos ya no protegen.

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