La futura mezquita de Estrasburgo desata una tormenta política en Francia

Obras de la mezquita Eyyup Sultan, el 14 de marzo en Estrasburgo.
Obras de la mezquita Eyyup Sultan, el 14 de marzo en Estrasburgo.FREDERICK FLORIN / AFP

La de Estrasburgo aspira a ser una de las mezquitas más grandes de Europa. Pero sin que haya terminado su construcción, la monumental Eyyup Sultan, que prevé albergar hasta a 2.500 fieles, es ya una de las más controvertidas de Francia. El templo, impulsado por dos organizaciones turcas, se ha convertido esta semana en el centro de la batalla política del proceso de aprobación en Francia de la ley contra el separatismo islamista, que busca limitar, entre otros asuntos, la financiación extranjera de edificios religiosos. La polémica, además, se produce cuando repunta el duelo entre los presidentes turco, Recep Tayyip Erdogan, que acusa a París de islamofobia por esta ley, y el francés, Emmanuel Macron, quien esta misma semana recriminó a su par de Ankara supuestos intentos de “injerencia” en los procesos electorales galos.

El pulso por la mezquita de Estrasburgo tiene, asimismo, derivas políticas internas: le ha servido al ministro del Interior, Gérald Darmanin, uno de los halcones del Gobierno, para atacar a la alcaldesa ecologista de Estrasburgo, Jeanne Barseghian, cuyo equipo ha aprobado financiar una parte de la mezquita. El partido ecologista EELV demostró su fuerza pujante en las últimas elecciones en Francia —las europeas en 2019 y las municipales del año pasado, donde ganó Barseghian— y es percibido como uno de los obstáculos del macronismo para avanzar tanto en las regionales de este año como en las presidenciales de 2022.

Todo comenzó el pasado lunes, cuando el consejo municipal de Estrasburgo dio el visto bueno preliminar a una subvención de 2,5 millones de euros para las obras de la mezquita, cuyo presupuesto final asciende a 32 millones. En la laica Francia, que hace una estricta separación entre Iglesia y Estado, la región de la Alsacia-Mosela, donde se sitúa Estrasburgo, constituye una excepción. Cuando se aprobó la ley de 1905 que separa estrictamente Iglesia y Estado, esta región era alemana y, tras su adhesión a Francia, continuó bajo el régimen del concordato de 1801, que no hace esa distinción. Por ello, estas comunidades pueden ayudar a financiar los cultos, al contrario que en el resto del país.

Tras conocer la decisión municipal, Darmanin, símbolo del giro conservador del Gobierno de Macron —ha llegado a reprochar a la líder de ultraderecha Marine Le Pen que es “blanda” ante el islam radical—, acusó a la alcaldesa de Estrasburgo de “financiar una mezquita sostenida por una federación que se ha negado a firmar la carta de principios del islam de Francia y que defiende un islam político”. Precisamente lo que el presidente busca combatir con la nueva normativa. “Tengo ganas de que todo el mundo abra los ojos y de que la ley contra el separatismo sea votada y promulgada pronto”, agregó Darmanin. Son “alertas legítimas”, apoyó Macron a su ministro el jueves. El mandatario reiteró también las acusaciones que formuló esta semana en una entrevista televisada en las que alertó de la amenaza de “injerencia” de Ankara en la política gala.

Tras el proyecto de la mezquita están las organizaciones Comité de Coordinación de Musulmanes Turcos de Francia (Ccmtf), que, según la prensa gala, responde ante el Ministerio de Asuntos Religiosos turco, y la Confederación Islámica Mili Görüs Francia (CIMG), a la que París acusa de estar vinculada a los Hermanos Musulmanes y a las órdenes de Erdogan. “Este proyecto está en manos de un movimiento fundamentalista cercano a los Hermanos Musulmanes (…), en su objetivo de asentar su influencia en las comunidades turcas en Francia; busca controlar los lugares de culto frecuentados por los miembros de esas comunidades”, afirmó también la prefecta de la región Gran Este en la que se engloba Estrasburgo, Josiane Chevalier, a quien Darmanin ha ordenado que consulte la validez de la subvención municipal ante la justicia.

El director del Departamento de Estudios Turcos de la Universidad de Estrasburgo, Samim Akgönül, rebate por correo electrónico: “Mili Görüs no es una rama de los Hermanos Musulmanes, aunque algunos métodos y visiones sean similares”. El presidente de CIMG, Fatih Sarikir, aseveró esta semana que dirige “una asociación francesa que siempre ha actuado con transparencia total (…) y que se adhiere perfectamente al respeto de la Constitución y de las leyes de la República”. En cualquier caso, para Akgönül, “esta asociación no tiene los medios de influir en las elecciones en Francia”. Según Le Parisien, Mili Görüs dice tener 150.000 miembros en toda Francia, un país de 67 millones de habitantes donde se estima que la población musulmana asciende a seis millones. No obstante, agrega el historiador, es “casi seguro que Erdogan (ayudado o no por Mili Görüs), va a mantener un discurso hacia todos los musulmanes de Francia que puede que tenga un efecto en las elecciones”.

París tiene en su punto de mira a estas organizaciones turcas por otra cuestión: las considera responsables de la amenaza de escisión del Consejo francés de Culto Musulmán (CFCM), el interlocutor principal del Gobierno para cuestiones relacionadas con la organización del culto musulmán y actor clave en los planes contra el separatismo islamista de Macron.

Cinco de sus miembros anunciaron el domingo, un día antes de que estallara la controversia de Estrasburgo, la creación de una instancia paralela que “encarne los valores esenciales del islam auténtico y abierto (….), en perfecta simbiosis con los valores y principios de la República”. Tras este divorcio está la negativa de las otras cuatro federaciones que conforman el CFCM a firmar la “carta de principios” democráticos y laicos con los que deberán comprometerse en el futuro los imanes que deseen predicar en Francia. El documento, impulsado por Macron, fue presentado a mediados de enero, tras semanas de negociaciones y enfrentamientos. Dos de las organizaciones que se niegan ahora a suscribirla, pese a haber participado en las consultas, son las impulsoras de la mezquita de Estrasburgo. Entre los motivos de su oposición a la carta: el artículo 6, que “rechaza toda forma de injerencia y de instrumentalización del islam con fines políticos”.

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