Ponen a circular novela Sinfonía de las cacerolas, de Luis R. Santos

En un acto celebrado en la Biblioteca Nacional recientemente fue puesta en circulación la novela Sinfonía de las cacerolas.

La obra abarca desde el año 2006 hasta 2020, y narra, desde la ficción, los acontecimientos políticos más relevantes acontecidos durante ese período.

La salida del entonces secretario de la Presidencia, Dani Nadime, es el punto de partida de la trama.

«Por medio de ella conocemos el progresivo deterioro que sufrió el PLD hasta convertirse en una agrupación política marcada por el caudillismo, la cualquierización, el abandono de los principios, la connivencia con la corrupción, el narcotráfico, los altos niveles de nepotismo y el deterioro institucional marcado por un Ministerio Público cómplice de las malas prácticas del Poder Ejecutivo, y una Suprema Corte de Justicia dominada por actores políticos adeptos al presidente», indica una nota de prensa sobre el acto.

Además, narra las interioridades de los conflictos entre Dani Nadime y Leónidas Hernández en su puja por el control del partido. Asimismo, las cruentas peleas entre el entonces presidente de la República y del PLD, Leónidas Hernández, y su consorte Flor Cerdeño, fruto de las desmedidas ambiciones de la exprimera dama, quien siempre mantenía en ascuas al exjefe de Estado.

También Sinfonía de las cacerolas recoge instantes cruciales de los últimos años, como el caso Quirino y su protagonismo en la lucha interna del PLD; las alianzas entre Micky V. Malnacido y los jerarcas peledeístas; la trama Odebrech, y finalmente el miedo, el horror, las angustias de Dani Nadime y su entorno a perder el poder, ya que conocían el largo rosario de tropelías que habían cometido en el ejercicio dl poder.

La obra fue presentada por Avelino Stanley, quien destacó el nivel escritural, el ingenio, el humor y la valentía del autor al poner el dedo en la llaga de un poder que nos hundió en el lodazal la ignominia.

Al acto asistieron diversas personalidades, entre las que destaca el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, doctor Antoliano Peralta, quien recibió el ejemplar uno de la obra, autografiada por el autor, para ser entregada al presidente de la República, Luis Abinader, quien en sus escasas horas libres dedica parte de su tiempo a la lectura.

Palabras de Luis R. Santos sobre su nueva novela

El tribunal de la ficción

La ficción y la realidad tienen un mismo origen. Y el escritor es un artesano que moldea el barro de la cotidianidad y lo convierte en ficción; esto es, en otra realidad. La ficción moldea y define la realidad.

En estos tiempos de posverdad crear una realidad a partir de la ficción es más fácil que nunca. Por ejemplo, Donald Trump creó una realidad paralela al afirmar que ganó la elección presidencial en noviembre de 2020 y que se la robaron. Y la creó porque millones de sus seguidores suscriben su tesis y la propagan como una verdad absoluta, sin fisuras.

A partir de 2006, año en que inicia la trama de esta historia, en nuestro país sucedieron muchos acontecimientos que fueron del dominio público. Por ejemplo, se sabe que Dani Nadime dejó su puesto de secretario de Estado de la Presidencia; pero nadie sabe que sucedió en los días previos: hubo contactos, mediaciones, discusiones, reclamos y finalmente llegó la ruptura. El trabajo del novelista es recrear esos momentos de tensión que finalmente produjeron un desenlace.

En este caso, he tenido la suerte de contar con un testigo privilegiado que me contó muchos detalles, precisos, de lo sucedido, y a partir de esas confidencias se han articulado los capítulos que narran las interioridades de muchos de esos conflictos entre Dani Nadime y Leónidas Hernández.

Otro ejemplo que es bueno citar es el caso de la señora Flor Cerdeño. Hubo muchos momentos en los cuales la pareja formada por ella y Leónidas Hernández se enfrentó en la intimidad sagrada del aposento. Las ambiciones desmedidas de la dama tenían siempre en ascuas al entonces presidente de la República y del partido oficialista. El novelista imagina, intuye los pormenores de todas esas refriegas en torno a la antigua pareja presidencial. A partir del trabajo ficcional produce esa otra realidad, que podrá ser creída o no dependiendo del poder de persuasión del escritor.

Crear un perfil a un personaje es una de las tareas más complejas cuando se escribe una novela; y en el caso del tristemente célebre Dani Nadime no tuve que esforzarme demasiado porque conocía muchas de sus manías, costumbres, procederes, actitudes, y sobre todo porque durante su accionar público mostró sus verdaderos rostros. Y como ya dije, recibí muchos pormenores de su accionar a través de un cercano suyo, ya que el novelista crea una trama a partir de rumores, decires, acontecimientos, y más cuando asume la literatura como un mecanismo para denunciar, desacralizar, ridiculizar y sentar en el banquillo de la ficción a sujetos dignos de tal arte.

La ficción y el poder

Sinfonía de las cacerolas es sobre todo un ajuste de cuentas con el poder, con ese poder que nos hundió hasta el cuello de la ignominia. Las sociedades en las que el escritor, artista o intelectual no juega su papel no logra los niveles de desarrollo ciudadano adecuados.

Muchos le atribuyen a la literatura el limitado papel del pasatiempo; nada más triste cuando se tiene consciencia de que de entretenimiento está ahíta la sociedad contemporánea.

Si nos remontamos a otros tiempos, muchas de las grandes obras de la literatura servían para poner el dedo en la llaga del poder; textos como Los miserables de Víctor Hugo tenían una fuerte carga de denuncia social. En la monumental Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez denuncia los abusos, las tropelías del poder. Lo hace incluso de manera directa. En una conversación con unos de sus amigos, el coronel Aureliano Buendía le dice: no puedo creer que todas estas guerras al final solo tengan como finalidad el reparto del poder entre liberales y conservadores.

En muchos países los escritores eran perseguidos, porque tenían la capacidad para influenciar a sus conciudadanos. Esto hoy parece casi imposible, pero no por ello debemos renunciar a poner en evidencia a los clanes políticos y sus socios económicos que se confabulan para esquilmar a la sociedad, para envilecer a las instituciones que sostienen a una democracia y a un estado de derecho. No importa lo que pase con nuestras obras: estamos en la obligación de escribirlas.

En nuestro país, fruto de nuestro subdesarrollo en muchos campos, los intelectuales y escritores nos hemos arrodillado ante el poder. Necesitamos sus limosnas y migajas para sobrevivir; una inmensa mayoría ha pecado por inacción o por contubernio. No obstante, nunca es tarde para hacer sentir nuestras voces; el escritor y el intelectual deben siempre propender a la defensa de los mejores intereses de una sociedad.

Avelino Stanley acaba de presentar ante el país su libro de cuentos El fabricador de presidentes, que se enmarca en la misma línea de mi novela y que él ha dado por llamar a estos nuevos textos “narrativa de la corrupción”.

Esta obra que hoy presentamos quiere dar fe de un tiempo lúgubre de nuestra contemporaneidad; para que quede el testimonio, para que cuando alguien, cincuenta años después, se encuentre con este libro tenga una idea clara de lo que aconteció durante la nefasta era de Dani Nadime y compartes; para que los nietos y bisnietos de estos jerarcas de la perversidad sepan que sus fortunas no fueron hechas al amparo del trabajo digno sino a través del saqueo a los fondos de todos los dominicanos. Para que no se las den grandes señores, de honorables. Porque han sido juzgados y condenados, al menos, en una instancia moral.

Hoy queda instaurada en el país una nueva alta corte: el tribunal de la ficción, que se encargará de juzgar y condenar a todos aquellos que han destruido las instituciones que soportan a la democracia; a todos aquellos que se han convertido en aves de rapiña contra el erario. Invitamos a los escritores dominicanos a que sean parte de este tribunal, único en el mundo.

Sabemos que el principal reto de un escritor es escribir bien; usar de manera creativa la filosa espada de la lengua. A veces no importan los temas, lo importante es lo que acabo de señalar; sin embargo, cuando un novelista logra combinar de manera certera el fondo y la forma, entonces estamos ante un trabajo que tiene doble mérito. Quisiera creer que sinfonía de las cacerolas tiene esa combinación, a pesar de lo cotidiano y hasta redundante del tema político.

Solo espero que muchos ciudadanos, dominicanos y extranjeros, tengan la oportunidad de leer esta obra, para que puedan entrar en contacto con nuestra historia reciente y mediten un poco sobre los acontecimientos que nos marcaron con tinta indeleble.

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