Salud para hoy y pensiones para mañana

Comienzan los contactos para reformar la ley de Seguridad Social, la 87-01, con la que se lograron grandes avances en la democratización del acceso a un mejor sistema de salud y se sentaban las bases de un anhelado y entonces inexistente sistema de pensiones.

Pero las cosas no salieron tan bien como se veían en el papel. No fue posible desarrollar el sistema de atención primaria como se disponía y que era la base sobre la que construir después.

Hoy se ha visto que en el terreno de las pensiones hay dos obstáculos serios: la informalidad y los bajos salarios. Con una masa laboral superior en la informalidad que en el sistema organizado y unos salarios deprimidos, los aportes que sostienen el sistema son bajos y por tanto la tasa de recuperación insuficiente.

La posibilidad de hacer aportes extraordinarios no seduce ni a los que ganan mucho y lo que el sistema promete como pensión hace desear que sea posible (no lo es con la actual ley) retirar todo lo ahorrado en el momento de la jubilación. A fin de cuentas, son empresas privadas las que manejan el ahorro del trabajador, y éste debería poder disponer de sus ahorros en el momento del retiro. Como está dispuesto ahora, recibirá su dinero en un goteo mensual que no le servirá ni para cubrir los gastos mínimos. Y eso sin contar que no será para toda su vida… sino hasta que se acabe el fondo.

Hay voluntad de cambio en el Palacio y en el Senado. Claramente es una necesidad adecuar, unos años después, lo que no funcionó y corregir lo que hasta quienes redactaron saben que no ha funcionado. (Y no necesariamente se trata de dar la razón al diputado Botello.)

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