La elección de un nuevo presidente fractura a la Corte Suprema de Argentina

Los jueces de la Corte Suprema de Argentina en la apertura del año judicial, el 19 de marzo de 2019. Horacio Rosatti, nuevo presidente del tribunal, está el primero a la derecha.
Los jueces de la Corte Suprema de Argentina en la apertura del año judicial, el 19 de marzo de 2019. Horacio Rosatti, nuevo presidente del tribunal, está el primero a la derecha.

La Corte Suprema de Argentina, máxima instancia judicial del país sudamericano, ha cambiado de manos. El juez Horacio Rosatti será desde la semana próxima y durante al menos tres años el nuevo presidente, en reemplazo de Carlos Rosenkrantz. El proceso de selección ha puesto en evidencia las divisiones que existen entre los cinco miembros del tribunal. Rosatti obtuvo tres votos: el de su predecesor, el de otro juez y el suyo propio. Los otros dos magistrados manifestaron su desacuerdo ausentándose de la votación.

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Argentina vive tiempos políticos agitados. A las peleas que dividen a la coalición peronista en el Gobierno, saldadas la semana pasada con cambios en el Gabinete de Alberto Fernández, le ha sumado ahora la diferencias internas en la Corte Suprema. Rosatti, el nuevo presidente, y Rosenkrantz, el saliente, fueron puestos en su sitio por el presidente Mauricio Macri en 2016. Dos años después, en una sesión convocada para discutir temas generales, un inesperado acuerdo entre los recién llegados permitió la remoción del supremo Ricardo Lorenzetti de la presidencia. Lorenzetti había sido nombrado por Néstor Kirchner y llevaba casi 12 años en su cargo, donde se había mantenido gracias a un amplio manejo de la política y los contactos con el resto de los poderes. La nueva gestión, en manos del recién llegado Rosenkrantz, fue leída como un triunfo de Macri. La guerra, sin embargo, no terminaría ahí. Lorenzetti se alineó con Rosatti, el otro recién llegado, y Maqueda y juntos establecieron que cualquier decisión de la Corte debía ser colegiada, por al menos tres votos. Licuaron así todo el poder del nuevo presidente.

La elección de este jueves fue, justamente, colegiada. Lorenzetti intentó volver a su puesto, del que se consideró despedido, pero ante el fracaso de sus gestiones prefirió ausentarse de la votación. Lo acompaño la jueza Elena Highton de Nolasco, que con 78 años permanece en su puesto gracias a un permiso especial y debe mucho a Lorenzetti. El culebrón de la Corte tiene como condimento añadido del perfil del nuevo presidente. Rossati viene de la política: de cuna peronista, fue ministro de Justicia de Néstor Kirchner. Dejó el cargo un año después, en desacuerdo con los precios establecidos en un contrato para la construcción de cárceles. Macri vio en él a un kirchnerista díscolo y lo propuso para la Corte, pero pronto se arrepintió. En su libro, Primer Tiempo, el expresidente dijo que Rosatti terminó votando en contra de las reformas que propiciaba su Gobierno. Hoy no lo quieren ni los unos ni los otros.

La conformación de la Corte es un tema de extrema sensibilidad en Argentina, porque allí terminan, tarde o temprano, los casos de la corrupción política. Por eso los políticos toman nota de las divisiones internas. El listado que deberá asumir en esta nueva presidencia tiene al menos una docena de investigaciones especialmente delicadas, porque involucran a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner o a parte de su entorno. Los jueces deben decidir ahora sobre 17 apelaciones en tres causas que la expresidenta considera fruto de una persecución.

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