Los ecuatorianos vuelven a huir a Estados Unidos empujados por la pobreza

Familias ecuatorianas rezan después de cruzar el río Grande desde México, el 14 de abril en Roma, Texas.John Moore (Getty Images)

Las señales se acumulan. México y Guatemala han decidido volver a exigir visa de turismo a los ecuatorianos para detener la avalancha de personas que, más que ocio, busca en estos países una ruta para migrar a Estados Unidos. Los detenidos, expulsados o deportados en la frontera llegan a los 89.000 hasta agosto y de los 29 casos de desaparecidos, sigue sin haber noticias de 17. La migración irregular se ha intensificado a la vez que la economía de Ecuador se deprime, se destruyen empleos y se disparan los índices de pobreza. El presidente del país andino, Guillermo Lasso, la ha calificado como una migración por “supervivencia”.

“Este fenómeno no va a parar porque exijan visa, la migración no se ha detenido en los últimos 20 años”, asegura William Murillo, fundador de 1800migrantes.com, quien lleva años dando asistencia legal a los que deciden dejar su país. Diagnostica lo que está ocurriendo desde hace tres años: “Este auge del 1.500% tiene nombre y es el del Gobierno mexicano por haber dado el beneficio de eliminar la visa para los ecuatorianos en 2018″. Murillo asegura que advirtió de que se produciría un efecto llamada, y tres años después las cifras y la gestión del Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador, le dan la razón. En 2018, el primer año sin necesidad de visado para volar hasta México desde Ecuador, 4.000 visitantes se quedaron allí. En 2019, ya eran 30.000 los que se iban de vacaciones pero no volvían a casa. Y aunque la pandemia redujo el flujo a 9.000, la inercia volvió al alza este año.

México es la vía más directa para llegar a Estados Unidos. Un vuelo a la capital o a Cancún pone a los migrantes ecuatorianos en la ruta hacia estados fronterizos con la intención de cruzar a pie hasta Estados Unidos. Al retirarse la exigencia de visa de turismo, empezaron a sumarse familias enteras con niños incluidos –6.000 en tres años– que, hasta ese momento, no se atrevían con lo que se llama la vía larga, la que recorre Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Ahora que Guatemala también pide visado para la llegada de turistas ecuatorianos, quedan cinco países de esa franja centroamericana de entrada libre: Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. “Ahora hay tres barreras pero igual van a viajar, lo único es que dejará de haber niños”, vaticina Murillo. Existe una tercera fórmula, a través del Caribe, que implica viajar a Bahamas, Cuba o República Dominicana y luego tratar de llegar al Estrecho de la Florida incrustados en tours.

En Ecuador, solo tres de cada 10 personas tiene un empleo formal. El viceministro de Movilidad, Luis Bayas, reconoció que la situación es “desgarradora”. La autoridad ofreció la asistencia estatal a los 218 ecuatorianos que estaban, según las cifras de hace dos semanas, retenidos en “estaciones migratorias” mexicanas por intentar llegar a Estados Unidos.

Los coyotes cobran 15.000 dólares por persona para el viaje irregular desde México. “Eso si no te secuestran, porque entonces sube a 25.000 o 30.000 dólares”, matizan desde 1800migrantes.com. Según la Cancillería, Ecuador ha ayudado con la repatriación de 448 cuerpos desde 2014 a través de oficinas consulares en el exterior y en el país que fueron recuperados en Centroamérica, Norteamérica y Sudamérica. Pero Murillo, el fundador del equipo de abogados, cuestiona la falta de una política de Estado para atender el problema de la migración irregular.

Por un lado, señala que no se atienden los problemas económicos estructurales del país que son los que provocan la salida de ecuatorianos desesperados. Pero va más allá en su crítica. “Los ecuatorianos que están en el exterior envían millones de dólares en remesas, por eso no se toman en serio el problema”. Como muestra, Ecuador ha convocado 21 mesas de movilidad en los últimos 10 años y, remata Murillo, “recién ahora van a averiguar cuáles son las causas”.

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El presidente Guillermo Lasso llevó el tema de la ola migratoria a la última sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 21 de septiembre. Reconoció que ya no se trata solo de buscar oportunidades en otros países, sino que los ciudadanos que dejan sus casas lo hacen por la “mismísima supervivencia”. En su receta, Lasso pidió intensificar las relaciones comerciales. “Señoras y señores, hagamos que las oportunidades busquen a los ciudadanos, y no que los ciudadanos migren en busca de oportunidades. Más vale que estemos conectados a través del comercio libre que a través de la migración forzada”.

La experiencia de los abogados de migrantes les ha permitido hacer un perfil de las razones que fuerzan a los ecuatorianos a moverse hacia Estados Unidos asumiendo los riesgos de hacerlo irregularmente. Hay una migración económica, otra de violencia –que escapan de amenazas– y otra de reunificación familiar. “Es gente que pide la visa y se la niegan muchas veces. Entonces, optan por la vía irregular”, expone Murillo. Suelen tener una red familiar que les ayuda a establecerse y encontrar un trabajo. Ese punto es fundamental, asegura. “¿Por qué no se van a Australia, a Alemania o a Dubai, que son economías atractivas por su nivel de progresos? Porque no tienen una red de apoyo”.

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