“La mamá de la novia lo tiene ahí porque no le doy 300 mil pesos”

Además de las situaciones de maltratos, violaciones de los plazos en los procesos penales y falta de seguridad adecuada que se da en el sistema de justicia contra los menores en conflicto con la ley penal, hay otro aspecto que preocupa a más de uno: la forma en cómo se resuelven los casos de delito sexual, ya sea de violación o abuso, entre adolescentes con menos de cinco años de edad de diferencia.

Entre madres, fiscales y abogados se cuentan casos en que adolescentes han sido perseguidos, detenidos y condenados por supuestas violaciones sexuales en que las víctimas son otras adolescentes de su edad o edad similar, con las que ellos aseguran tenían una relación de noviazgo.

Adriana (nombre ficticio) reside junto a sus cinco hijos y su esposo en Santo Domingo Este. La pareja no tiene empleo fijo y lo que consiguen lo destinan al pago de una casa alquilada, agua y luz. Uno de sus hijos, un varón de 17 años, ingresó al Centro de Atención Integral para Adolescentes en conflicto con la Ley desde hace 28 días tras ser acusado de abuso sexual por la madre de una joven de 16, con quien presuntamente tuvo un noviazgo.

“La mamá de la novia lo tiene ahí recluido porque yo no he querido darle 300 mil pesos. Yo le digo a ella que soy una madre pobre, yo trabajo en el día para poder comer en la noche”, indicó la señora, que reproduce para el equipo de reporteros audios que atribuye a la joven que habría sido violada, en el que se escuchan frases propias de enamorados.

Son varios audios y con ellos quiere demostrar que su hijo y la joven tenían una relación y que, si bien tuvieron relaciones sexuales una vez, lo hicieron por mutuo consentimiento.

La mujer indicó que tras la reclusión de su hijo no ha podido trabajar y que “lo poco que he conseguido es para traerle a él”.

Elba Núñez, titular de la Dirección Nacional de Atención Integral de la Persona Adolescente en Conflicto con la Ley Penal, (Dinaia), también recuerda el caso de un joven al que define como brillante, de buen comportamiento, al que sometieron a la justicia por supuestamente violar a su novia. El joven aseguró que fue una relación consensuada, pero él fue detenido y condenado.

No es el único caso que conoce Núñez, pues en el año que lleva al frente de la Dinaia, ha sabido de tres acusaciones distintas, con características similares.

Las estadísticas de la jurisdicción de Niños, Niñas y Adolescentes que registra el Poder Judicial muestran que entre el año 2014 y el 2020 entraron 1,071 solicitudes de medidas de coerción contra menores de edad acusados de agresión sexual, constituyendo la cuarta causa por la que fue sometido ese grupo etario.

Para el mismo periodo hubo 408 audiencias de fondo y 275 condenas para menores por el tipo de infracción.

“El asunto de las violaciones es un tema complicado desde el punto de vista legal. Ningún menor o adolescente puede consentir en tener relaciones sexuales porque las personas menores de 18 años no tienen capacidad de consentimiento”, dice Michelle Perez Fuente, especialista en derecho de niñez y familia.

No obstante, entiende que la ley da un trato desigual entre los y las menores.

“Creo que se debe a la definición de violación. El artículo 331 del Código Penal define la violación: “Constituye una violación todo acto de penetración sexual, de cualquier naturaleza que sea cometido contra una persona mediante violencia, constreñimiento, amenaza o sorpresa.” Por ende, salvo que exista una penetración anal por parte de la chica al chico no hay violación. “Podría haber agresión sexual pero no violación”, señala.

La abogada tiene la apreciación de que la sociedad entiende que la violación solo la cometen los hombres contra las mujeres por “un aspecto arcaico y arraigado profundamente, sobre todo en los extractos más bajos de la sociedad”.

“En buen derecho, si ambas personas fueran menores de edad deberían de ser tratados de la misma forma, demostrando que una adolescente participó de una relación sexual con otro adolescente. Esta evaluación debería ser realizada por el Ministerio Público que es quien lleva la acción”, plantea.

La Ley 136-03, que crea el Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes, tipifica como abuso sexual la “práctica sexual con un niño, niña o adolescente por un adulto, o persona cinco años mayor, para su propia gratificación sexual, sin consideración del desarrollo sicosexual del niño, niña o adolescente y que puede ocurrir aún sin contacto físico”.

También la abogada y exfiscal Katherine Matos, quien fungió como coordinadora del Departamento de Niñez, Adolescencia y Familia del Distrito Nacional, entiende que la situación es compleja y que los adolescentes varones están “totalmente vulnerables y expuestos”.

“Con el tema del varón es delicado, pues una relación entre dos menores de edad, no da consentimiento, pues de por si los Niños y Niñas no dan consentimientos. La ley no le da ese poder, su consentimiento no vale. En virtud de la ley no hay consentimiento y no se puede validar como relación de noviazgo, uno de los dos sedujo al otro o la obligó al momento”, añade.

Enfatiza en que, aun cuando se trate de adolescentes, si la joven dice que no fue así, que no lo consintió, entonces el varón puede ser perseguido, aunque sea mentira la acusación.

“Eso es así, porque la ley que tenemos no es explícita, le falta adaptarse, le falta un protocolo de implementación para aclarar las situaciones que vemos y que no están recogidas ahí, pues la ley se nutre de situaciones reales, pero una ley estática con artículos fríos, es difícil llevarla a lo que vemos”, comenta.

La abogada define la situación como que hay baches entre la ley y la vida real, en el que la primera no les da opciones de actuación para atender esos casos en particular y por eso entiende que hay que ajustar la ley. “…Que es muy buena, pues nos da un marco que muchos países no tienen, pero hay que ajustarla, para que diga qué hacer”, señala.

Matos entiende que, así como están las cosas, se vulnera mucho al varón y la ley debe darles garantía a ambos.

También Perez Fuente alerta de cómo estos casos de supuestas violaciones entre adolescentes de edad similar pueden aprovecharse para obtener beneficios económicos.

“Mi experiencia en los tribunales, lamentablemente, refleja que los padres o tutores de la adolescente aprovechan la oportunidad para pedir sumas de dinero o enseres del hogar a cambio de retirar la denuncia o querella, cosa que se agrava si la adolescente está embarazada. La mayoría de las veces estas relaciones son consentidas hasta que los padres o tutores se dan cuenta que sus hijas han sido “usadas o dañadas”.

Posibles traumas

Aunque les sorprende un poco saber que haya casos de adolescentes acusados de violación a sus novias, cuando la diferencia de edad es menos de cinco años, los especialistas de la conducta Jeanel Fred Beltré y Luis Ortega advierten sobre los posibles traumas que se puede causar a los jóvenes de cara a relaciones futuras, debido a las acusaciones injustas.

La psicóloga Fred Beltré parte de que, cuando dos adolescentes tienen una relación de noviazgo, “inventan y hacen miles de cosas”. “Por eso no creo que sería justo que un adolescente sea procesado por eso”, agregó. .

Aunque las emociones pueden ser distintas en cada ser humano, la especialista plantea que, de forma general “el menor puede sentir impotencia, inseguridad, incluso estrés post traumático que puede desencadenar en el hecho de que no quiera acercarse a otra niña o tener otra relación producto de esto, porque puede ser penalizado”.

El psiquiatra Luis Ortega señala el estrés post traumático y la ansiedad por estar detenido como efectos en los adolescentes y que, a su vez pueden generar traumas en el comportamiento sexual.

“Hay algunos que comienzan a tener fetiches y formas no aceptadas en la sociedad de cómo relacionarse sexualmente. Hay algunos que tienen fobias a tener relaciones consensuadas y adecuadas con su pareja”, sostuvo. También se pueden presentar desviaciones sexuales como consecuencia del sometimiento injustificado, dice.

“El mejor control de los adolescentes es la información y la comunicación”, concluye Ortega.

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