Se anunció ayer en el Consejo Económico y Social (CES) que el presidente Luis Abinader tomará personalmente el control del diálogo dirigido a consensuar una reforma fiscal en el país, una determinación que es una buena jugada por parte del mandatario, aunque no está exenta de riesgos.

Según el anuncio, Abinader buscará abrir canales de consenso con todos los sectores, de modo que se consiga una propuesta que pueda ser vista por el CES antes de acordar con los diversos actores sociales.

Con esa decisión, el presidente pone la acción en su palabra de gobernar por consenso y de consultar los temas neurálgicos con los implicados de manera directa, sin mediadores, lo cual no es posible criticar.

Al hacerlo, claro está, Abinader se juega una carta peligrosa, sobre todo en el escenario de que surja un tranque mayor, de modo que su figura no pueda surgir como mediadora, por ser parte del proceso de consenso.

Habrá, igualmente, quien intentará usar el foro para sacar ventaja y poner al presidente contra la pared, pero suponemos que eso ya está previsto.

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