“Si Stalin levantara la cabeza, se alegraría”
”¡Si Stalin levantara la cabeza, se alegraría!” Un escrupuloso historiador ruso reaccionaba así ante el anunciado comienzo, esta semana en Moscú, de los procesos que podrían culminar con la disolución de Memorial, la organización no gubernamental dedicada a preservar la memoria de las víctimas de la persecución política y el terror en la Unión Soviética.
Fundada en 1988, en plena perestroika (la liberalización emprendida por el líder soviético Mijaíl Gorbachov), Memorial, en cuyos orígenes estuvo el Nobel de la Paz Andréi Sájarov, es hoy una respetada y ramificada entidad. Sus actividades incluyen la investigación y la pedagogía de la historia, además de la defensa de los derechos humanos, campo en el que ha sido muy activa, sobre todo en lo referente a la guerra de Chechenia en los años noventa, y en la denuncia de abusos de representantes del Estado contra la ciudadanía.
Memorial posee un amplio y valioso archivo de documentos, testimonios personales y objetos relacionados con el gulag (sistema de campos de concentración del estalinismo). Estos archivos han servido de base a numerosos estudios históricos y también para fundamentar denuncias más actuales ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ubicado en Estrasburgo.
Al financiarse con fondos internacionales, el Ministerio de Justicia de Rusia incluyó a Memorial en la lista de “agentes extranjeros”, en base a una ley aprobada en 2012. En todas sus actividades y en su presentación, Memorial está obligada a declarar su condición de “agente extranjero”, algo que en la mentalidad popular rusa tiene connotaciones negativas y se asocia a la profesión de espía.
Este mes la Fiscalía del Estado ha solicitado la disolución de la ONG acusándola de “reiteradas transgresiones” de la legislación y de la Constitución del país. El fiscal de Rusia alega que la entidad no marcó debidamente su condición de “agente extranjero” en diversas publicaciones y eventos, entre ellos la venta de libros en una feria en la plaza Roja de Moscú.
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La campaña de acoso contra Memorial se plasma en un conjunto de procesos contra las diferentes entidades jurídicas que forman la ONG. El martes 23 de noviembre, un tribunal moscovita comienza la vista de la causa contra la sección de derechos humanos de Memorial, que se enfrenta a la acusación añadida de “justificar el terrorismo y el extremismo” (acusación que, de confirmarse, acarrea consecuencias penales). El jueves 25 de noviembre, el Tribunal Supremo de Rusia iniciará otro proceso contra la sección internacional de Memorial. El futuro de la ONG y sus propiedades, incluida la sede en Moscú, es incierto. En caso de perder, no está claro qué sucedería con sus valiosos archivos, según cuenta Oleg Orlov, uno de los dirigentes de la entidad. La disolución de la veterana ONG supondría un paso significativo en la monopolización de la memoria histórica por parte del Kremlin.
En defensa de Memorial se han movilizado numerosas figuras del mundo de la política, la historia y la cultura, entre ellos Natalia Solzhenítsina, la viuda del escritor Alexandr Solzhenitsin, y los dos premios Nobel de la Paz rusos vivos, el ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov, el director del periódico Nóvaya Gazeta, Dmitri Murátov. Ambos dicen compartir la “inquietud y la intranquilidad” que la exigencia de cerrar Memorial ha causado en el país. Los laureados han instado a la Fiscalía a retirar su demanda y han pedido al Supremo que retrase la vista de la causa para dar una oportunidad de dirimir el conflicto sin tribunal de por medio.
“La actividad de muchos años de Memorial siempre estuvo dirigida al restablecimiento de la justicia histórica, la conservación de la memoria de las ciento de miles de personas que perecieron o sufrieron en los años de la represión, y a no permitir que algo semejante pudiera pasar ahora o en el futuro”, señalaron Gorbachov y Murátov. La continuación del trabajo de Memorial “responde a los intereses de la sociedad y el estado ruso”, afirmaron.
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