La socialdemócrata Magdalena Andersson dimite horas después de convertirse en la primera mujer al frente del Gobierno en Suecia

Suecia ha tenido este miércoles la primera jefa de Gobierno de su historia. Solo duró unas horas. Las que pasaron entre su nombramiento y dimisión. El Parlamento sueco eligió por la mañana a la socialdemócrata Magdalena Andersson para encabezar un Gobierno de coalición, entre su formación, los Verdes y los excomunistas del Partido de la Izquierda. Por la tarde, esta economista de 54 años renunciaba al puesto. La razón: no consiguió aprobar su propuesta de presupuestos.

La jornada política del miércoles se presentaba agitada en Suecia. Si a primera hora del día el país nórdico debía elegir líder —en sustitución del también socialista Stefan Löfven, que dimitió el 10 de noviembre tras perder una moción de censura—, después de comer era el momento de aprobar las cuentas. Andersson salvó la votación matutina por la mínima. El procedimiento sueco de elección del cargo de primer ministro no exige disponer de una mayoría de votos a favor, sino que obliga a no tener la oposición de la mayoría de la Cámara, fijada en 175 de un total de 349 escaños. La socialdemócrata cumplió con estrecho margen: un solo voto. Se opusieron a su nombramiento 174 diputados mientras que 117 votaron a favor y 57 se abstuvieron. Hasta ese momento, Suecia era el único país nórdico en el que una mujer no había desempeñado nunca el cargo de primera ministra.

La experiencia duró menos de 12 horas: Andersson, que tenía previsto reunirse el viernes con el rey Carlos Gustavo, dimitió por la tarde tras el rechazo de su plan económico. La oposición, formada por los populares suecos, los democristianos y el partido ultraderechista Demócratas de Suecia, presentó un presupuesto alternativo que obtuvo un respaldado mayoritario en el Parlamento. Este acuerdo obligaba a la líder de la coalición de Gobierno a aplicar la hoja de ruta económica aprobada. Un plan mucho más liberal y conservador de lo que ella había acordado con sus socios y en el que había participado la extrema derecha. Era también la primera vez que el partido xenófobo Demócratas de Suecia participa activamente en unas cuentas aprobadas.

Poco después del triunfo de la oposición, Los Verdes anunciaron que dejaban el Gobierno. Y la salida de su socio precipitó la dimisión de Andersson: “Según la práctica constitucional, un gobierno de coalición debe renunciar si un partido se va”, explicó la socialdemócrata en una rueda de prensa posterior a su abandono. También incidió en que ella no quería encabezar un Ejecutivo que naciera cuestionado.

El fracaso de la aprobación de las cuentas era esperado. Antes de la votación de investidura de Andersson, la líder del partido Centro de Suecia, Annie Lööf —y cuyos votos eran clave para derrotar a la oposición conservadora—, había anunciado que su partido no bloquearía la elección de la jefa de Gobierno. Sin embargo, Lööf resaltó que en ningún caso apoyaría el plan presupuestario del Ejecutivo, debido al pacto que alcanzaron los socialdemócratas con los excomunistas.

El martes por la noche, Andersson había cerrado con el Partido de la Izquierda un acuerdo, que le permitía asegurarse la elección a cambio del compromiso de mejorar las pensiones. El plan económico de la coalición abogaba además por aumentar la inversión en servicios públicos, como educación o sanidad, o por seguir avanzando en la transición energética y apoyar el posicionamiento de Suecia como referencia en la lucha contra el cambio climático. Además, se comprometía a reducir la inseguridad y la desigualdad.

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Unas inquietudes que la propuesta de cuentas de la oposición no compartía. El perfil conservador de los presupuestos ha sido clave para que Los Verdes abandonasen la coalición. Per Bolund, del Partido Verde y viceprimer ministro, describió la situación vivida como “compleja”. También ha lamentado que pareciese que su partido apoyaba a Andersson para después abandonarla por la tarde: “Es una decisión que depende del voto de los presupuestos”, ha incidido. Bolund definió la jornada del miércoles como “un momento tormentoso” para el país y para la política. También denunció los “juegos políticos” de algunas formaciones, en clara referencia al partido de Lööf al que dedicó duras palabras: “Estamos sorprendidos e indignados por los actos del Partido del Centro. Para nosotros, la política no es solo un juego”.

A pesar de lo efímero de su cargo, la ya exprimera ministra va a intentar formar una nueva mayoría con la aspiración de recuperar el cargo. Andersson, que ocupaba desde 2014 la cartera de Finanzas, lleva tiempo preparándose para ello. Cuando su compañero Löfven anunció su intención de apartarse de la primera línea de acción (lo hizo en agosto, meses antes de su dimisión), la política se posicionó como favorita tanto para liderar la socialdemocracia como el país. Una aspiración que ayer que se consolidó para poco después difuminarse. Tras su dimisión, Andersson dejó claro que va a intentar formar gobierno de nuevo, pero ahora será “socialdemócrata puro”. Una tarea que la propia Andersson describe como “complicada”.

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