¿Te han dicho que mientras más sudas, más peso puedes perder? Es probable, pero por deshidratación. Iniciemos explicando el hecho de que nuestro peso corporal está compuesto por varias densidades ocupando el agua un porcentaje elevado (aprox. 55-65%).

La sudoración es el mecanismo que utilizamos para mantener una temperatura corporal adecuada y evitar situaciones relacionadas como el golpe de calor que puede afectar nuestro organismo. El concepto de “tasa de sudoración” se refiere a la cantidad de sudor que una persona pierde en promedio durante el día, pudiendo ser de 2 a 4 litros por hora o hasta 10 a 14 litros por día. ¿De qué depende esto? De la actividad física, temperatura, humedad. Pero, ¿por qué hay personas que sudan más que otras en el mismo entorno? La tasa de sudoración también depende de la cantidad de glándulas de sudoración que participen activamente y esto último varía de persona a persona. 

Todo el concepto de “quemar calorías o grasa” está desvirtuado, pues nada se “quema” literalmente. Sabemos que las estrategias de mercadeo para promover la pérdida de peso han utilizado este concepto con regularidad, pero hoy sabemos que es un proceso más complejo y multidisciplinario.

Si a través del sudor perdemos agua y electrolitos (ej. sodio, potasio), tiene sentido que si el agua forma parte del peso corporal veamos diferencias en la balanza. Lo importante es resaltar que esta pérdida de peso no es significativa y representa un desbalance transitorio en nuestro peso total que se restaurará en la medida en la que nos re-hidratemos.

Cuando hablamos de una pérdida de peso exitosa nos referimos a la pérdida de grasa corporal, pues es el exceso de grasa lo que nos predispone a diabetes, hígado graso, enfermedad cardiovascular y otras condiciones. La pérdida de peso a expensas de los otros elementos que componen la totalidad del peso (músculo, órganos, hueso, agua) no tiene un impacto positivo en nuestra salud.

Entender esto puede ayudarnos a evaluar el peso que nos provee la balanza de una manera más crítica y a evitar obsesionarnos con el número. Apreciemos la composición de nuestro peso corporal de una forma más amplia, considerando que si tiendo a sudar con mayor facilidad que otros, debo realizar los ajustes de rehidratación para evitar el desbalance de líquidos y electrolitos que esto confiere.

La pérdida de grasa corporal ocurre progresivamente y a una velocidad menos acelerada que el resto de los componentes de nuestro peso total. 

Entonces, aprendimos que nada se quema al sudar y que entender el comportamiento del peso resultará tan importante como enfocarnos en realizar ejercicios para nuestro beneficio. l

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).

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