¡Alarma! Le Pen puede ganar en Châteaudun

El alcalde de Châteaudun, Fabien Verdier, recibía este martes a un grupo de escolares en su despacho.
El alcalde de Châteaudun, Fabien Verdier, recibía este martes a un grupo de escolares en su despacho.ÓSCAR CORRAL (EL PAÍS)

“¡Châteaudun es el espejo de Francia!”, proclama. Se refiere a que esta pequeña ciudad suele votar como el conjunto del país. “¡Y va a ganar Marine Le Pen! Esta es mi mayor preocupación”. Quien habla es el alcalde, Fabien Verdier. Hoy tiene a una veintena de escolares en su despacho. Como es probable que el lector nunca haya oído mencionar Châteaudun, y menos el nombre del honorable Verdier, aclaremos de entrada qué hacemos aquí: intentaremos, durante unos días, explicar algunos problemas franceses a través de una de esas tranquilas ciudades de provincia donde se vive bastante bien y donde los ánimos están bastante mal.

El nombre de la ciudad no deja dudas sobre su origen. “Château” significa castillo en francés. “Dunon” es castillo en galo. “Châteaudun” puede traducirse, por tanto, como “Castillo-castillo”. Y, en efecto, hay un castillo formidable, fundado en el siglo X por Thibaud I “El Tramposo” y terminado en su actual forma durante el siglo XV por Jean de Dunois “El Bastardo”. Desde El Tramposo hasta El Bastardo (ambos tuvieron poca fortuna con los motes), desde la Edad Media al Renacimiento, creció en lo alto de una roca una hermosa fortificación que puede considerarse pionera entre los famosos castillos del Loira y sigue llenando de orgullo a la población local.

Châteaudun ostenta la condición de capital del distrito de Eure-et-Loir, dentro de la región Centre-Val de Loire. Pero demográficamente no es gran cosa: 12.500 habitantes. Eran 18.000 treinta años atrás. Ocurre que los jóvenes se van porque las empresas se van también: Matra-Flextronics (telefonía) se llevó 700 empleos; la cooperativa agrícola, 500. Ahora está cerrando la base del Ejército del Aire, que proporcionaba a los dunois un entretenimiento (o latazo, según algunos) cada año: el desfile aéreo con que se celebra en París la fiesta nacional del 14 de julio se ensayaba en esa base, porque la longitud y orientación de su pista se correspondían exactamente con la longitud y orientación de los Campos Elíseos. Con la base se pierden otros 1.200 empleos.

“Aquí se vive muy bien”, dice uno. “Muy bien”, repite el otro. Dos barrenderos echan un pitillo mañanero cerca del castillo. Ambos son blancos y nacidos en Châteaudun, lo cual —por favor, no vean aquí racismo de ningún tipo— constituye una rareza en la Francia actual. “¿Tienen mucho trabajo?”. “Vaciar las papeleras y barrer un poco, la gente es limpia”. Llama la atención la ausencia de pintadas y grafitis en las paredes. “No crea, hace unas semanas nos encontramos con una pintada ahí abajo, en los suburbios. No era una protesta, solamente un chico que declaraba por escrito su amor hacia una chica”.

Esta población, en la gran llanura que se extiende al sur de París (la capital queda a 120 kilómetros), no tiene ningún edificio alto, salvo el castillo. A primera vista, tampoco tiene ningún edificio feo. Son casas bajas, pulcras, en torno a un delicioso centro histórico y sobre un río apacible, el Loir (no confundir con el Loire, del que es subafluente). En algunos momentos uno cree pasear por un decorado desierto. Poca gente circula por las calles, tal vez porque hace frío.

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Châteaudun carece de problemas de inmigración. Châteaudun carece de problemas de seguridad. Châteaudun carece incluso de problemas de empleo: la tasa de paro no alcanza el 7%. Entonces, ¿por qué la ultraderecha y el descontento no dejan de crecer? Acaso se deba a la lenta decadencia. Quizá las razones sean otras. Habrá que intentar averiguarlo en los próximos días.

Volvamos al despacho del alcalde, un economista joven, dinámico y ambicioso (intentó presentarse a las elecciones presidenciales en 2017) que salió rebotado del Partido Socialista y quiso ingresar, sin éxito, en el partido de Emmanuel Macron. Unos 25 escolares visitan la alcaldía y Fabien Verdier les muestra la Legión de Honor que la República Francesa concedió a Châteaudun por su heroica resistencia contra los prusianos en 1870. Ganaron los prusianos y arrasaron Châteaudun. Pero ahí queda la medalla.

“¿Sabéis quién mandaba en Francia cuando la batalla de Châteaudun?”, pregunta el alcalde. Una chica levanta la mano: “¡Georges Pompidou!”. La chica solo yerra por un siglo. Pompidou fue presidente entre 1969 y 1974. En 1870, Francia tenía un emperador, Napoleón III, apresado por los prusianos tras la batalla de Sedán, depuesto días después por la Tercera República y enviado al exilio británico.

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