Albin Kurti, primer ministro de Kosovo: “Rusia presiona para aumentar la inestabilidad en las fronteras de la UE”

Albin Kurti ha pasado más de la mitad de sus 47 años luchando por conseguir la independencia de Kosovo y su reconocimiento internacional. Este antiguo activista fue elegido primer ministro con una mayoría amplia en 2021. Llegó a Bruselas este miércoles con una agenda apretada para negociar una salida a la última crisis con Belgrado, la que llega tras su decisión de acabar con las matrículas y los documentos de identidad serbios en su país. Primero se vio con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el jueves con el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y el presidente serbio, Aleksandar Vucic. Kurti ha preparado con cuidado sus mensajes. Destaca uno por encima de todos: Serbia es un aliado fiel de Rusia, el invasor de Ucrania, que se ha convertido en una amenaza para la estabilidad de Occidente. Su país, en cambio, está del otro lado: el de la OTAN, la UE y Estados Unidos.

Pregunta. ¿Realmente hay riesgo de conflicto abierto entre Serbia y Kosovo, como declaró hace días?

Respuesta. Hay una gran tensión porque Belgrado se niega a aceptar los crímenes cometidos en la guerra de Kosovo. Por ejemplo, de la masacre de Racak, el 15 de enero de 1999, dicen que no existió. Niegan el crimen. Además, no reconocen nuestra independencia y han realizado 48 operaciones alrededor de nuestra frontera: 28 son militares y 20, de gendarmería.

P. ¿Desde cuándo?

R. Desde 2001. Ahora han aumentado sus relaciones con Rusia. El año pasado hubo 104 actividades militares conjuntas entre Serbia y Rusia. Gazprom posee el 56% de la industria petrolera de Serbia, y hay una oficina del Ministerio de Defensa de Rusia en Belgrado, dentro del Ministerio de Defensa de Serbia. La última reunión entre el presidente serbio, Aleksandar Vucic, y [Vladímir] Putin tuvo lugar el 25 de noviembre del año pasado. En diez años, han tenido 19 reuniones.

P. ¿Intenta decir que Rusia presiona para aumentar la tensión en las fronteras de la Unión Europea?

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R. Sí. Creo que el despótico presidente Putin odia a la UE y es un hombre de guerra que busca desestabilizar el continente europeo. Comenzó sintiendo nostalgia por la Unión Soviética y termina sintiendo nostalgia por el imperio ruso. Está obsesionado con Kosovo.

P. ¿Por qué?

R. Considera que la intervención de la OTAN en 1999 para detener el genocidio de Serbia en Kosovo es el acontecimiento más singular en las relaciones internacionales desde la caída del Muro de Berlín. Hace una comparación. Dice: “Si la OTAN pudo hacerlo en Kosovo, yo puedo hacerlo en Ucrania”. Pretende demostrar que, así como la intervención occidental en Irak y Afganistán no tuvo éxito, en Kosovo el éxito solo es temporal. Nosotros queremos mostrar lo contrario, que Kosovo es una historia de éxito contundente. En este sentido, es importante la defensa de la OTAN de Kosovo, pero también la defensa de Kosovo de la OTAN.

P. Conociendo este contexto, ¿cree que era el mejor momento para tomar la decisión sobre las matrículas y los documentos de identidad en la zona de la minoría serbokosovar que ha aumentado la tensión?

R. Serbia acordó que a partir de enero de 2018 no iba a dar más placas de automóviles con denominaciones de ciudades de Kosovo. Además, estas placas de automóviles son ilegales en mi país y hemos facilitado la conversión con incentivos financieros de hasta 5.000 euros por automóvil. Sin embargo, el problema del 31 de julio se debe a una enorme campaña de desinformación de Serbia diciendo que íbamos a confiscar los documentos de viaje de los serbios que vinieran a Kosovo. No es cierto. No les quitamos nada. Les dábamos un documento adicional que dice que están entrando en otro país, como lo hace Serbia desde hace 11 años con cada kosovar que cruza la frontera. Es una medida recíproca, legal y pacífica, son ellos quienes utilizan estructuras ilegales para levantar barricadas y disparan contra nuestros policías.

P. Sí, ¿pero era este el momento oportuno?

R. No creo que debamos ver la legalidad en términos tácticos. Debemos luchar contra la corrupción y el crimen de forma normativa, no en un sentido táctico utilitario. No vamos a retroceder. Minimizaremos cualquier tipo de uso de la fuerza.

P. Hace pocas semanas el presidente Pedro Sánchez reiteró en Albania, con el significado que eso tiene, que España mantiene su posición de no reconocer a Kosovo. ¿Tiene esperanza de que ocurra alguna vez?

R. España debe reconocer y reconocerá a Kosovo. Sé que hay algunos agravios que el caso de Kosovo podría levantar en algunas zonas de España. Pero, como dijo nuestro gran escritor Ismail Kadaré, cuando ganó el premio Príncipe de Asturias: “España nunca debe compararse con Serbia, porque Serbia cometió genocidio en Kosovo”. Creo que precisamente al reconocer Kosovo, España demostraría que Cataluña y el País Vasco son completamente diferentes de nuestro caso. Por lo tanto, sería beneficioso para España reconocernos. En noviembre habrá una reunión de la Internacional Socialista en Madrid. Así que espero con ansias ir a Madrid.

P. ¿Y qué le dirá a Sánchez?

R. Hizo una gira por los Balcanes y no vino a Kosovo. Así que nos debe una visita.

P. ¿Cómo ayudaría a Kosovo un cambio de la posición española?

R. España debería unirse a la mayoría de la UE y de la OTAN que sí reconoce a Kosovo. No debe permanecer en minoría. Veintidós de los 27 miembros de la UE nos reconocen, y 26 de 30 miembros de la OTAN. España debería unirse a la mayoría.

P. Antes de unirse a la UE, Kosovo y Serbia deben resolver sus diferencias, ¿es posible?

R. Sí, creo que es posible. Nos hemos comprometido de manera creativa y constructiva con Bruselas. En este diálogo debería haber una normalización total de las relaciones a través de un acuerdo jurídicamente vinculante centrado en el reconocimiento mutuo. Ahora Kosovo y Serbia no se reconocen. Debemos reconocernos.

P. ¿Y cuándo cree que los serbios les reconocerán?

R. Cuanto antes, mejor para los dos. Pero no me corresponde a mí saberlo. Si dependiera del pueblo de Serbia, habría sucedido muy pronto. Pero, desgraciadamente, el presidente de Serbia no quiere hacerlo porque fue ministro de Información durante el régimen de [Slobodan] Milosevic. Es un hombre del pasado.

P. Es quien ha elegido el pueblo serbio.

R. Sí.

P. Y tiene que negociar con él.

R. Sí. Aunque creo que el pueblo de Serbia lo votó más para tener trabajo, educación, atención sanitaria, y no por Kosovo. Vucic necesita un doble distanciamiento, de Milosevic y de Putin.

Albin Kurti, durante la entrevista.
Albin Kurti, durante la entrevista. Pablo Garrigós

P. No hay avances concretos con la UE últimamente. ¿Se siente decepcionado?

R. Somos el país más proeuropeo y prodemocrático de los Balcanes. Hemos mejorado 17 puestos en el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional, también hemos subido 17 posiciones en el índice mundial de libertad y somos el número uno en Estado de derecho en los Balcanes Occidentales, según World Justice Project. Esto también se debe a la cooperación con la UE, que es nuestro mayor donante.

P. ¿Y la UE ha reconocido esto en cosas concretas, por ejemplo, la liberalización de visados?

R. Hemos cumplido todos los criterios desde hace cuatro años. En 2018, la Comisión Europea dijo por segunda vez que Kosovo había cumplido todos los criterios y que debía producirse la liberalización de visados. A pesar de esto, todavía tenemos un régimen de visados, pero esto tiene que ver con algunos [Estados] miembros escépticos.

P. ¿Arreglar esto puede ser una solución en esta crisis?

R. Sí, la liberalización de visados ayudaría mucho a aumentar la confianza en la UE, que en Kosovo es muy alta. Pero especialmente entre los jóvenes, los estudiantes y los empresarios hay un poco de frustración. No estamos amargados con la UE ni somos cínicos. Somos pacientes y no tenemos otra alternativa que la UE. Es nuestro destino. Europa es nuestro continente. Debemos proteger y defender a la UE. Hay frustración entre ciertos estratos de población. Pero debo decir, una vez más, que nunca me siento frustrado, ni amargado, siempre crítico, no con el ser de la UE, sino con su actuación o falta de acción.

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