Serbia y Kosovo rebajan la tensión al lograr un acuerdo sobre la crisis de las matrículas

Fuera de plazo y dos días después de que se consumara un estrepitoso fracaso en Bruselas, Serbia y Kosovo han logrado en la madrugada un acuerdo sobre la crisis de las matrículas que amenazaba con un nuevo episodio de tensión en un conflicto que no parece encontrar salida. A última hora del miércoles, los negociadores de ambas partes y el mediador europeo, Miroslav Lajcak, alcanzaron un acuerdo por el que Belgrado dejará de expedir nuevas matrículas con denominaciones de ciudades kosovares. A cambio, Prístina renuncia a multar a los vehículos serbokosovares no matriculados con su placa, según el alto representante de la UE para la Política Exterior. Además, esta vez no se marca un plazo que vuelva a condicionar en unos meses las negociaciones encaminadas a resolver un conflicto latente durante décadas entre estas dos comunidades.

Borrell dio un sonoro golpe en la mesa el lunes, cuando tras ocho horas de reuniones no hubo acuerdo. No tuvo dudas de señalar a Kosovo como responsable de lo que pudiera pasar en la zona si volvía a dispararse la tensión. “Casi 48 horas después de consumido el plazo, se ha llegado a un acuerdo que puede dar paso a que en los próximos días se discutan los siguientes pasos incluidos en la propuesta [europea] para lograr resultados” en el proceso de normalización de la situación en Kosovo, apunta Borrell en el comunicado emitido tras anunciarse el acuerdo.

En el mismo texto, el alto representante lanza un ultimátum a Belgrado y Prístina: “En caso de obstrucción por cualquier parte, el mediador de la Unión Europea puede dar por acabado el proceso”. En Bruselas se sospecha que el primer ministro kosovar, Albin Kurti, está tratando de lograr ventajas en el proceso, aprovechándose de que la invasión de Ucrania ha convertido a cualquier aliado de Rusia —grupo en el que tradicionalmente se ha situado Serbia— en merecedor de sospechas. Sin embargo, la UE busca por todos los medios que no haya un nuevo foco de desestabilización en sus fronteras.

La crisis de las matrículas entre Serbia y Kosovo ya se ha prolongado durante más de un año. El primer episodio de tensión se vivió en septiembre de 2021. Entonces se firmó una tregua que concluyó a finales de julio. De nuevo se rebajó la tensión con una nueva suspensión de la exigencia de Prístina de que los vehículos serbokosovares tuvieran matrículas de este país cuya independencia se consumó en 2008 y es reconocida por 100 de los 193 países miembros de la ONU (España no está entre ellos). En caso contrario, Prístina amenazaba con multas y exigía el compromiso de Belgrado de no expedir nuevas placas con denominaciones de ciudades kosovares.

Aunque ahora parece haberse encontrado un acuerdo, todos estos choques y parches por un asunto simbólico han demorado las conversaciones para buscar la solución a un conflicto que lleva abierto cerca de tres décadas; ha costado miles de muertos; tiene documentadas situaciones de limpieza étnica; cuenta con la declaración unilateral de independencia por parte de Kosovo en 2008; y la negativa de Serbia a aceptarla.

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Después del acuerdo de la noche del miércoles, las reacciones han llegado rápidamente. El propio Borrell anunció en Twitter el pacto con un lenguaje a medio camino entre la euforia y el alivio: “¡Tenemos acuerdo! Muy complacido de anunciar que los negociadores jefe de Kosovo y Serbia, con la mediación de la UE, han acordado medidas para evitar la escalada”.

“Estados Unidos da la bienvenida al acuerdo entre Kovovo y Serbia con medidas para evitar una escalada en la tensión. Elogiamos el acuerdo de los dos países para concentrarse plena y urgentemente en la normalización de las relaciones bajo los auspicios del diálogo facilitado por la UE. Apoyamos el diálogo facilitado por la UE como la mejor vía para avanzar en el futuro europeo de Serbia y Kosovo”, ha valorado el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Aunque no hay precisión sobre los próximos pasos ni las fechas para continuar con el proceso negociador, el comunicado del jefe de la diplomacia europea sí que deja claro el marco por el que deben discurrir las conversaciones. El texto se refiere a la propuesta europea —apadrinada por Francia y Alemania, dos países que ya han reconocido a Kosovo como Estado independiente— en la que hay casi un reconocimiento internacional de facto de Prístina, y también a otros compromisos anteriores, como la creación de una mancomunidad de municipios serbokosovares, algo que todavía no se ha desarrollado y Serbia exige para continuar con el “proceso de normalización”.

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