El opositor iraní Mehran Mostafadi: “Los iraníes no quieren reformas, sino un cambio de régimen. Hay que derrocar la dictadura”

Mehran Mostafadi (Hamadán, Irán, 1960) lleva siendo refugiado político en Francia desde 1981, cuando la Embajada de Irán en París le confiscó el pasaporte por difundir ideas en contra de la revolución islámica. Durante cuatro décadas trabajó junto al expresidente Abolhassan Banisadr, que, además de su suegro, fue el primer mandatario del Irán que surgió en 1979 encabezado por el ayatolá Jomeini. Banisadr fue destituido un año después de tomar posesión del cargo y falleció en Francia en 2021.

Mostafadi lideró junto a su suegro la lucha contra la República Islámica en el exilio. En los últimos años, se ha convertido en una de las voces más críticas de la diáspora iraní contra aspectos como la política nuclear de Teherán. Sus artículos le han valido amenazas de muerte contra él y su familia. Este profesor de Física en la Universidad de Paris-Saclay defiende, en una conversación el 10 de noviembre por videoconferencia con este diario desde París, un Irán democrático, no islámico y libre de cualquier injerencia extranjera.

Pregunta. ¿Qué está ocurriendo en Irán? ¿Cómo analiza las protestas?

Respuesta. La muerte de Mahsa Amini ha provocado un cambio de 180 grados en la mentalidad de la gente, que ya no quiere reformas, sino un cambio de régimen, democracia. La República Islámica no puede reformarse porque una dictadura no hay que reformarla, hay que derrocarla. Este levantamiento tiene un punto débil, y es la falta de un líder visible que lidere una revolución. Para ir más lejos se necesita un líder.

P. ¿Sin un líder este levantamiento no puede triunfar?

R. En las protestas ahora solo participan jóvenes, en su mayoría menores de 25 años. La gente de 30, 40 y 50 años no se está movilizando. Observan con emoción y esperanza lo que está sucediendo, pero no se suman. Esas generaciones creen que hay que tener un plan para después y este plan lo tiene que encabezar alguien. Esta es la gran debilidad, porque si se quiere derrocar al régimen hay que movilizar a toda la población y eso no está sucediendo. La gente mayor apoya las protestas, pero teme lo que pueda venir después. La violencia que se ha generado en las calles tampoco favorece que las protestas sean más masivas.

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P. ¿Qué condiciones tienen que darse para que más iraníes se sumen a las protestas?

R. En primer lugar, tiene que garantizarse que Irán no se desmembrará y se mantendrá su unidad. En segundo lugar, tiene que quedar claro que la religión quedará separada de la política, pero no se criminalizará su práctica. Y, por último, que ningún país interferirá en la transición. Estas tres cuestiones no están resultas, el régimen lo sabe y se aprovecha.

P. ¿En qué sentido?

R. La gente de Irán no quiere que la integridad del país desaparezca. Excepto algunos grupos separatistas, la inmensa mayoría de la población no quiere que se rompa la unidad de Irán. Esta es una cuestión muy importante y el régimen la utiliza advirtiendo a la gente de este peligro si las manifestaciones continúan. Pero en realidad es el propio régimen el que promueve la desmembración del país, reprimiendo a las minorías, impidiendo a los suníes practicar su religión y a los azeríes estudiar en su lengua.

P. ¿Es usted pesimista sobre una transición democrática?

R. No. Esto es solo el principio, pero algo ya ha empezado. El movimiento está en la dirección de una revolución. Hay cambios muy importantes. Muchas mujeres van por la calle sin velo y la policía ya no puede decirles nada, pero necesitamos tiempo para configurar un proyecto más grande.

P. ¿Hay injerencias extranjeras en las protestas, como sostiene el régimen?

R. Este movimiento brota del pueblo. Ningún país extranjero lo ha promovido por una razón: el régimen teocrático de Irán es el mejor régimen posible para los intereses de las potencias occidentales como EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania. En el caso de Israel, este país denuncia que en Irán hay un Gobierno terrorista y con eso justifica su política bélica y de acercamiento a los países árabes. EE UU puede vender todas las armas que desee a los países del Golfo para que se defiendan de un Irán peligroso y terrorista. Y el régimen iraní alimenta su propaganda con discursos antioccidentales. Occidente no favorecerá nunca una transición de Irán hacia la democracia. Necesitamos el apoyo de la opinión pública, pero no de los gobiernos. No queremos convertirnos en Libia, Siria o Afganistán.

P. ¿Cree que las protestas están afectando al régimen?

R. El régimen no es sólido, es muy débil y desaparecerá muy rápidamente si conseguimos unirnos y definir un proyecto alternativo a la teocracia actual que convenza a la población.

P. ¿Qué otros elementos cree necesarios para un futuro Irán democrático?

R. Discutimos mucho sobre qué sucederá con el petróleo, el papel de la religión, la política energética. Irán no necesita enriquecer uranio. Hace 15 años que Irán enriquece uranio, pero no hay un uso claro. El régimen utiliza esta cuestión para mantener al país enfrentado a Occidente, perdiendo miles de millones de dólares por las sanciones. Un Irán desnuclearizado y democrático podría convertirse en el gran motor del cambio en la región.

P. ¿Existe el riesgo de un golpe de Estado?

R. No puede descartarse un golpe de Estado contra la cúpula religiosa. Ello se debe a que la Guardia Revolucionaria, por primera vez, ve peligrar su continuidad. A ellos no les importa cómo visten las mujeres ni qué música se escucha en las casas. No comparten la ideología clerical. Si toman el poder, establecerán otra dictadura sin libertad política, pero con libertades sociales. Mientras tengan el poder económico, el resto les daría igual. Este es un peligro real que debemos evitar.

P. ¿El sistema está en peligro?

R. Sí. Y los tecnócratas están intentando encontrar una vía para evitar la caída del régimen, porque también los perjudicaría a ellos. Hay una tensión enorme dentro del régimen. Los moderados gritan al Gobierno: ¿Qué estáis haciendo? ¡Estamos todos en peligro! Pero la línea dura responde que durante la Revolución de 1979 el Sah no utilizó la violencia suficiente para frenar su caída y ellos no cometerán el mismo error.

P. ¿Qué papel desempeña el líder supremo?

R. Ali Jamenei se ha puesto del lado de la línea dura y la represión.

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