Culmina la rehabilitación política de la expresidenta Rousseff con un cargo en China

La expresidenta Rousseff, con Lula tras la ceremonia de toma de posesión del tercer mandato de este, el pasado 1 de enero en Brasilia.
La expresidenta Rousseff, con Lula tras la ceremonia de toma de posesión del tercer mandato de este, el pasado 1 de enero en Brasilia.Roberto Stuckert (RR SS)

La primera y hasta ahora única presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, 75 años, ha sido elegida este viernes para dirigir el llamado banco de los BRICS, el bloque de países emergentes. Un nombramiento que culmina la gradual rehabilitación política de la brasileña siete años después de ser destituida en un impeachment que su mentor, el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva, todavía considera “un golpe” para expulsar a los progresistas del poder. Con este cargo, al que llega a propuesta de Lula, el mandatario consigue dos objetivos: brindarle una resurrección política y mantenerla lejos, en Shanghái (China), donde tiene su sede el Nuevo Banco de Desarrollo, y así difumina el mal recuerdo que dejó su política económica.

El nombramiento de Rousseff llega el mismo día en que el presidente Lula ha tenido que aplazar un día su crucial visita oficial a China por una neumonía leve; tras descansar durante la mañana, tiene previsto reunirse con una decena de ministros en su residencia. También este viernes el anterior mandatario, Jair Bolsonaro, ha devuelto a las autoridades brasileñas las valiosas joyas saudíes que se quedó cuando terminó su mandato.

El pasado 8 de marzo, Lula celebró un gran acto en Brasilia con motivo del Día Internacional de la Mujer. Allí estaban las once ministras, la primera dama y la expresidenta Rousseff. La más aplaudida fue sin duda esta última. Los invitados corearon su nombre. Esa es la tónica en los últimos meses, desde la campaña electoral, cuando el entusiasmo que generaba la presencia de la mandataria destituida hizo que Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) le dieran mayor protagonismo y reconocimiento a partir de entonces. Para la clase empresarial y para muchos brasileños de a pie, Rousseff es aún sinónimo de malas decisiones económicas que llevaron a Brasil a la recesión.

El Nuevo Banco de Desarrollo fue creado en 2014 por Brasil, con Rousseff en la presidencia, junto con el resto de los BRICS (Rusia, India, China y Sudáfrica). Se dedica a financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible de los países miembros.

Como ahora la presidencia en este mandato corresponde a Brasil, Lula ha hecho una hábil jugada: se ha traído de regreso a casa al presidente nombrado por Bolsonaro y sustituirlo por la veterana política del PT, que es economista. El plan era que Rousseff aprovechara la visita oficial de Lula a China para ir a Shanghái a asumir el cargo. El viaje, crucial en el aspecto comercial y político para Brasil, está ahora pendiente de la neumonía leve del presidente. La partida, prevista para este sábado, se ha atrasado un día, pero el médico que le atiende descarta que su estado implique la cancelación del viaje. Lula tiene 77 años y presume de hacer gimnasia a diario al amanecer.

Su predecesor, Bolsonaro, ha devuelto este viernes las joyas que le regaló la familia real saudí y unas armas obsequio de Emiratos Árabes Unidos y que le reclamaba el Tribunal de Cuentas. Como el exmandatario permanece en Estados Unidos, el encargado de la entrega ha sido uno de sus abogados. El lote incluye un reloj, un bolígrafo, unos gemelos, un anillo y un rosario. Un segundo lote con joyas de mujer fue confiscado y está en la aduana. Bolsonaro ha anunciado una nueva fecha de vuelta a Brasil, el 30 de marzo, las anteriores no se cumplieron.

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Rousseff fue destituida por el Congreso en 2016 con el argumento de unas irregularidades contables —un caso archivado en la última campaña electoral— tras perder el apoyo de los socios que sostenían al Gobierno. Dos años antes había sido reelegida por la mínima en medio de una ola monumental de descontento popular. Un proceso que, según ella, incluyó ciertas dosis de misoginia.

Rousseff, nacida en Belo Horizonte, fue guerrillera durante la dictadura, aunque nunca llegó a disparar. Encarcelada, sufrió torturas. Los militares no le perdonan que en 2011 creara la Comisión de la Verdad, que hizo recuento de las víctimas y señaló con nombres y apellidos a los victimarios aunque no los castigó. Cuando se votó el impeachment, Bolsonaro era un diputado con una dilatada carrera política conocida por sus provocaciones y por la defensa de los intereses de la tropa. El antiguo capitán del Ejército, votó a favor de la destitución y dedicó su voto al torturador más conocido de los años de plomo.

La entidad financiera ha destacado en un comunicado que durante su presidencia Rousseff amplió los programas sociales creados por Lula, lo que significó “uno de los procesos de reducción de la pobreza más intensivos del país y la salida de Brasil del mapa del hambre de la ONU”.

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