Rusia persiste en los bombardeos sobre Kiev mientras Ucrania prepara el momento de pasar al ataque

Rusia no da tregua a Kiev. Tras dos madrugadas de explosiones sin cesar durante varias horas, con un número récord de llegadas de drones bomba, la capital de Ucrania ha sufrido este lunes un inusual bombardeo de día, que constituye el decimosexto solo en el mes de mayo. Columnas de misiles antiaéreos cruzaron el cielo durante una hora para interceptar los misiles balísticos que han aterrorizado a miles de transeúntes. Las escenas de pánico en las calles han sido la tónica porque la población se había acostumbrado a noches sin dormir, pero a días tranquilos.

Once misiles balísticos Iskander fueron disparados contra Kiev desde las regiones rusas próximas a la frontera norte ucrania. Los Iskander están entre los cohetes más potentes de Rusia, diseñados incluso para cargar cabezas nucleares, aunque con un radio de acción corto para un misil balístico, de 400 kilómetros. Los 11 cohetes fueron interceptados por las baterías antiaéreas ucranias. EL PAÍS presenció el derribo de al menos cuatro de los Iskander, con misiles que o bien eran los estadounidenses Patriot o los alemanes Iris-T. No fue así en el pueblo de Kivsharivka, en la provincia de Járkov (en el este de Ucrania, frontera con la provincia rusa de Bélgorod), donde un Iskander destruyó un edificio residencial y causó seis heridos, entre ellos, una mujer embarazada y dos menores de edad.

Ocho horas antes, en la madrugada del domingo al lunes, las Fuerzas Aéreas Ucranias derribaron 40 misiles y drones bomba sobre Kiev. En toda Ucrania, Rusia disparó 40 misiles de crucero, desde bombarderos en el Mar Caspio, y 35 drones iraníes shahed. La peor de las últimas noches fue la madrugada del sábado al domingo, cuando un número récord de drones, en los 15 meses de guerra, fue disparado contra Kiev: un total de 40. Este ataque se produjo en la víspera del Día de Kiev, la fiesta mayor municipal.


El nivel de eficiencia de las defensas antiaéreas ucranias está permitiendo que la nueva campaña rusa de bombardeos masivos contra la capital cause muchos menos daños y víctimas que en el pasado otoño. Entre octubre de 2022 y enero del presente año, las fuerzas aéreas rusas llevaron a cabo un plan sistemático de destrucción de la red energética ucrania, provocando cortes durante meses en el suministro de la luz, de la calefacción y del agua en millones de hogares. Los aliados internacionales aceleraron desde entonces un suministro de mejores baterías antiaéreas móviles, las más destacadas, los Patriot y los Iris-T. España aportó cuatro baterías de defensa de corto alcance Hawk. Los antiaéreos más utilizados por Ucrania son los soviéticos S-300, menos precisos que el armamento de la OTAN.

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La principal lógica de los ataques contra ciudades ucranias, según han confirmado las Fuerzas Aéreas Ucranias, es diezmar su arsenal de munición antiaérea. Papeles secretos del Pentágono filtrados el pasado abril advertían que Ucrania podía agotar en mayo sus cohetes para las baterías S-300, un armamento que no se fabrica en sus países aliados.

“La respuesta, pronto”

El general Kirilo Budanov, jefe de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio, emitió este lunes un vídeo en el que advertía al Kremlin que en breve tendrá la respuesta a la campaña de terror contra su población civil: “Todos los que nos han amedrentado, soñando que esto tendría algún efecto, muy pronto se arrepentirán de ello. Nuestra respuesta no tardará en llegar. Pronto todos lo verán”. Las palabras de Budanov se interpretaron como una nueva señal de que la mayor contraofensiva ucrania de la guerra está a punto de arrancar.

El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Valerii Zaluzhni, afirmó la semana pasada que todo estaba listo para pasar al ataque. “Pronto llegará el momento de pasar a operaciones ofensivas”, remachó este lunes el comandante del Ejército de Tierra, Oleksandr Sirskii, en una visita al frente de Liman, en la región de Donbás.

Mijaílo Podoliak, asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, advirtió el pasado jueves de que la contraofensiva ya había empezado, con operaciones tácticas y la destrucción de suministros del enemigo. “La contraofensiva no será un único acontecimiento que empezará en un día específico, en una hora específica, con el corte de una cinta roja”, dijo Podoliak. Pero lo cierto es que la base de una ofensiva, el avance de tropas y ganar territorio, todavía no se ha producido. Ucrania no ha conseguido ganar terreno desde la contraofensiva del pasado noviembre que liberó la mitad occidental de la provincia de Jersón.

Dos fuentes de diferentes unidades del Ejército de Tierra aseguran a EL PAÍS que prevén que las acciones ofensivas comiencen esta semana, con un redoblamiento de los ataques precisos de artillería en la segunda línea rusa (entre 10 y 20 kilómetros respecto a la primera línea) y en el frente, para probar las defensas rusas. No hay constancia de que haya entrado en combate ninguno de los entre 150 y 200 tanques pesados Leopard suministrados por los aliados de Ucrania en la OTAN. La ubicación de estos blindados es un secreto de Estado, como lo son los enclaves por donde se concentrarán los mayores esfuerzos para romper las fortificaciones rusas.

Como sucedió en la ofensiva ucrania en Jersón, la fase actual previa al ataque está consistiendo sobre todo en incrementar la destrucción de depósitos de armamento, combustible y puestos de mando rusos lejos del frente. Si en las contraofensivas de 2022 fueron claves los misiles de precisión Himars para la interrupción de los suministros rusos al frente, ahora también lo son los drones y los misiles de largo alcance británico-franceses Storm Shadow, los primeros de este tipo que Ucrania está utilizando.

El Estado Mayor ruso confirma desde hace dos semanas que los Storm Shadow están siendo utilizados contra sus posiciones en Ucrania más alejadas del frente. El ministro de Defensa ucranio, Oleksii Reznikov, afirmó este lunes que la precisión de estos misiles está siendo del 100%. El golpe más sonado se produjo este fin de semana, cuando dos ataques consecutivos con varios Storm Shadow destruyeron importantes activos militares rusos en la ciudad de Mariupol, en la costa del mar de Azov, ocupada desde la primavera de 2022. También la semana pasada se confirmó un ataque con estos misiles en Berdiansk, ciudad ocupada por Rusia en el mar de Azov, como Mariupol. Ambos municipios son puntos determinantes en la cadena de suministro a las tropas rusas en el frente sur, el de Jersón.

Por otro lado, y de forma excepcional, las autoridades militares ucranias admitieron este lunes que un bombardeo ruso en la provincia de Khmelnitskyi, en el oeste del país, había destruido un arsenal de armamento y depósitos de combustible para el Ejército, además de golpear un aeródromo provocando daños en cinco aviones. Los ataques rusos sobre Kiev no tienen lógica aparente como acción de defensa ante la inminente contraofensiva ucrania. De hecho, el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), uno de los organismos más seguidos en el análisis de la invasión, subraya en su último informe que la estrategia de consumir misiles y drones en estos bombardeos puede pasar factura a las defensas rusas: “Destinar munición aérea para apuntar a Kiev en vez de priorizar apuntar a instalaciones militares todavía limitará más la capacidad aérea rusa de plantar cara a la próxima contraofensiva ucrania”.

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