Instrucciones para resistir: la Flotilla de la Libertad que pretende llegar a Gaza se entrena para un abordaje del ejército de Israel

“Al suelo, rápido, al suelo. Terrorista, al suelo, terrorista…”. Los gritos se suceden mientras los tripulantes de la embarcación reciben golpes y son apuntados a la cabeza por falsos rifles de cartón.

Unos 30 simpatizantes de la causa palestina que en las próximas horas embarcarán en la Flotilla de la Libertad, que pretende llevar un barco cargado de alimentos a Gaza, reciben en el sótano de un hotel de Estambul un breve entrenamiento para tratar de reproducir algunas de las situaciones de tensión y violencia que posiblemente afrontarán los activistas si el barco, finalmente, recibe el visto bueno turco para zarpar hacia la Franja. La iniciativa de decenas de organizaciones humanitarias de todo el mundo en solidaridad con Gaza pretende romper el bloqueo marítimo impuesto por Israel llevando más de 5.500 toneladas de alimentos a la Franja. Unas 500 personas de 40 nacionalidades participan en el viaje.

El entrenamiento de seis horas de duración es impartido por Lisa Fithian, una experta estadounidense que ha dado este curso cientos de veces adiestrando en la “resistencia pacífica” a colectivos por todo el mundo, entre los que se incluyen grupos medioambientalistas o de emigrantes. Este martes, un médico, un profesor, un taxista, un ingeniero y una ama de casa que jamás se han enfrentado antes a la policía reciben un barniz teórico y práctico sobre lo que les aguarda cuando, como se espera, caiga sobre ellos el ejército israelí.

El curso comienza con un pequeño repaso de las armas que presumiblemente utilizarán en un abordaje de los tres buques de la flotilla: armas largas, gases lacrimógenos, pistolas Taser, granadas aturdidoras (luz y sonido tan potente que paraliza), perros, drones, y las situaciones a las que se enfrentarán.

“En caso de que haya un desembarco israelí, lo mejor es ponerse en cuclillas y con las manos en alto. Pero si hay que tirarse al suelo, mejor caer del lado derecho para proteger el hígado de las patadas y golpes”. Fithian insiste una y otra vez en que los tripulantes eviten cualquier contacto visual con los soldados. “No los mires a la cara ni trates de hablar con ellos”. Y recomienda: “Es mejor quitarse cualquier pendiente en orejas o nariz porque pueden tirarte de ellos y tratar de arrancártelo”, dice mirando a una diputada de Podemos que se lleva con horror la mano al trozo de metal que lleva en la nariz.

Los asistentes al curso, activistas de Brasil, Malasia, Jordania o Túnez, más acostumbrados a rezar y a manifestarse que a pelear con uno de los ejércitos más poderosos del mundo, siguen con mirada seria las indicaciones. “A la hora de ser esposados es conveniente cerrar los puños porque después, al apretar las esposas, las manos ganan un poco de espacio que facilita la circulación”, dice mostrando los puños juntos. “Lo mejor es llevar una riñonera para que los soldados puedan encontrar fácilmente la documentación con las manos esposadas por detrás”, añade. Y sigue explicando: “Es poco probable que usen gas porque los soldados se mueven mal en ese ambiente, incluso con máscaras, pero si fuera el caso, es bueno llevar una cebolla”, recomienda. “En operaciones de este tipo la proporción suele ser de dos soldados por cada tripulante”, insiste la mujer que imparte el cursillo. “O sea, que si somos 800 personas, vendrán unos 1.600 militares. Olvídense de utilizar los móviles y despréndanse de cualquier cosa en las manos que pueda parecer un arma: un móvil, un bastón, un paraguas, una mochila… de todo”, insiste.

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“En caso de que haya impactos, tápense la cara, lo suficiente como para proteger los ojos, pero no tanto como para que piensen que se quieren ocultar”, insiste la monitora tratando de reproducir una operación de asalto que algunos miembros de la flotilla han vivido en ocasiones anteriores y que Israel se prepara para repetir si los barcos se atreven a acercarse a sus costas. “Es probable que antes del asalto sobrevuelen drones que pueden identificar los rostros de los pasajeros y también con capacidad para disparar”, advierten en inglés y árabe durante el curso.

El lunes, la televisión israelí Canal 12, citando al ejército, informó que Shayetet 13, la unidad de élite del ejército israelí, ha intensificado su entrenamiento para abordar los barcos de la flotilla. Shayetet 13 es la unidad que recientemente entró al hospital Al Shifa y mató a 400 personas, según las autoridades gazatíes. Es también la división militar que en 2010 asaltó una flotilla similar, la del barco Mavi Marmara, y mató a 10 tripulantes en aguas internacionales y causó 50 heridos. “Este es un movimiento de resistencia pacífica, pero no lleven esto al extremo. No se agarren unos a otros con fuerza porque les golpearán más duro”, explica en inglés Lisa Fithian. “En la medida que puedan, manténganse en grupo”, insiste. La noticia sobre los preparativos de Shayetet 13 inquieta a un grupo que sueña con poder dejar la carga en Gaza y no recibir muchos golpes en caso de asalto militar.

Tensión y ansiedad

Antes de terminar la primera parte del curso, llega el momento más tenso. Se apagan las luces y repentinamente un grupo de encapuchados entra gritando, golpeando y apuntando. Los activistas reciben patadas, les colocan un arma de cartón en la cabeza, tratan de arrastrarlos para separarlos del resto y dos actrices reproducen los gritos que se escucharán en un momento, así añadiendo dramatismo a la escena. Ponen tanto empeño en reproducir el desembarco violento sobre el barco que cuando termina el ensayo, en el sótano del hotel flota una extraña sensación de tensión y ansiedad. A unos les falta el aire, otros siguen en shock y otros más perciben por primera vez a lo que se exponen.

“Queremos que la gente se asuste y que puedan anticiparse a lo que viene, aunque dé mucho miedo porque eso permite saber lo que viene”, explica Fithian a EL PAÍS. “El sonido de las explosiones puede ser terrorífico y puedes entrar en pánico, pero la formación y la información es poder. Nos entrenamos para prepararnos ante la violencia que nos vamos a encontrar”, añade.

La última hora del curso está enfocada en explicar las consecuencias legales a las que se exponen todos los “terroristas”, tal y como califica Israel a la organización turca IHH, que organiza la flotilla, y sus participantes. “La primera consecuencia es la prohibición de volver a Israel durante los próximos diez años. Además de eso, no digáis nada sin asistencia consular y menos aún firméis nada que no esté en vuestro idioma”, repite una y otra vez Fithian.

La flotilla, con 5.500 kilos de alimentos, está compuesta por un carguero y dos barcos de pasajeros con más de 500 personas, entre ellos, la veterana activista estadounidense Ann Wright, la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau, el número dos de Sumar para las europeas, Jaume Asens, la secretaria general de Podemos Andalucía, Martina Velarde, y un nieto de Nelson Mandela. La salida de los barcos estaba prevista inicialmente para el lunes, sin embargo, las presiones internacionales aplazaron la cita previsiblemente hasta este viernes. Se trata de la octava flotilla que sale en dirección a Gaza desde 2010. Aquel año, Israel atacó el buque de pasajeros Mavi Marmara, en el que viajaban alrededor de 750 personas con 10.000 toneladas de ayuda humanitaria.

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