Macron abre la campaña europea con un aviso dramático: “Nuestra Europa puede morir”

Emmanuel Macron abrió este jueves la campaña para las elecciones europeas de junio con un aviso dramático: “Nuestra Europa es hoy mortal. Puede morir. Y depende de nuestras decisiones.” En un discurso en la Universidad de la Sorbona, el presidente francés llamó a “construir una defensa creíble del continente europeo”. Pidió cambiar de modelo económico “para evitar quedar descolgados” en la carrera global. Y propuso un relato común para los europeos basado en el humanismo y la Ilustración: una identidad que distingue a Europa del resto del mundo. Con estas iniciativas, aspira a evitar que la UE sucumba ante la amenaza de Rusia o la competición entre Estados Unidos y China.

Para evitar que Europa quede relegada, según el presidente, la UE debe proyectarse como potencia, lo que exige un avance en la cooperación militar y las inversiones industriales, y una protección de las fronteras. Debe encontrar la fórmula para mantener su modelo social y sus ambiciones medioambientales ante competidores que no respetan los mismos estándares y, al mismo tiempo, no perder, como está sucediendo, el tren del crecimiento. Europa, dijo, se encuentra rodeada “por potencias en sus fronteras y a veces en su interior”, añadió en alusión al ascenso de los partidos nacionalistas y populistas, que pueden tener un papel clave en el próximo Europarlamento.

“Es hoy cuando está en juego la cuestión de la paz y la guerra en nuestro continente y nuestra capacidad para asegurar o no nuestra seguridad”, declaró en una intervención de más de una hora y media que recordaba por su exhaustividad a los discursos del estado de la Unión de los presidentes estadounidenses. “Están en juego las grandes transformaciones, la de la transición digital, la de la inteligencia artificial, así como la del medio ambiente y la descarbonización. Está en juego el ataque contra las democracias liberales, contra nuestros valores”. Había patriotismo ―patriotismo europeo, y francés a través del europeo― en las palabras de Macron: del mismo modo que su antecesor, el general De Gaulle, tenía “una cierta idea de Francia”, él tiene “una cierta idea de Europa”.

El discurso era el segundo que Macron pronunciaba en la Sorbona sobre la UE. El primero, en 2017, marcó el debate europeo en los años siguientes e introdujo el concepto de “soberanía europea”. Entretanto, ha pasado una pandemia, y la guerra ha regresado al continente. Él ya no es el líder recién llegado al poder con la bandera azul y estrellada de Europa. El poder desgasta, el motor franco-alemán lleva años gripado, Francia ha hecho reformas económicas pero se revela incapaz de controlar el déficit y la deuda, y a su presidente ya no le resulta tan fácil hacerse escuchar en un club cuyo centro de gravedad, tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, se desplaza hacia el Este.

Este jueves, en el anfiteatro de la vieja universidad parisiense, y bajo la mirada severa de las estatuas de Descartes, Pascal, Richelieu, había decenas de asientos vacíos, lo que difuminaba la ambición del discurso. Pero Europa sigue siendo el tema macronista, ahí donde se siente más cómodo y donde mantiene una influencia que en su país no deja de menguar. El mensaje no fue menos rotundo que hace siete años: una vez asumido ampliamente el concepto de “soberanía europea”, urge aceptar que Europa será una potencia “que se haga respetar y garantice su seguridad”.

Macron defendió una mayor “intimidad estratégica” entre los socios que les permita “defenderse solos”, sin Estados Unidos. El presidente francés abogó por la creación de una academia militar europea y por dar preferencia a la compra de material militar europeo para reducir la dependencia de otros productores. Aseguró también que la bomba atómica francesa ―Francia es el único país que la posee en la UE―es, en un momento en que el candidato Donald Trump amaga con retirarse si gana las presidenciales estadounidenses de noviembre, “un elemento inesquivable de la defensa del continente europeo”.

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El presidente francés, Emmanuel Macron, saluda a los asistentes al final de su intervención sobre Europa en la Universidad de la Sorbona, en París, este jueves.CHRISTOPHE PETIT TESSON (REUTERS)

Además de proponer un catálogo de medidas para salvar Europa de la irrelevancia, y de reivindicar su papel en los avances de los últimos años ―con la pandemia o ante Rusia―, el presidente tenía otra idea: relanzar la campaña europea de su partido y su candidata, Valérie Hayer, que los sondeos sitúan a 10 puntos o más del candidato de la extrema derecha, Jordan Bardella, y que roza la catástrofe si esta ventaja se amplía aún más. Los macronistas compiten no solo con el euroescéptico y nacionalista Bardella, sino también, a la izquierda, con el pujante Raphaël Glucksmann, un europeísta al estilo de Macron que encabeza la lista socialista. El discurso del presidente era programático. Y electoral.

Más allá de las propuestas concretas, que alimentarán el debate sobre las prioridades del Parlamento y la Comisión que salgan de las próximas elecciones, Macron argumentó que en la UE se libra hoy una “batalla cultural” sobre su identidad, su alma. “Nuestra Europa no se quiere a sí misma”, lamentó. Europa, repitió parafraseando al poeta Paul Valéry, “puede morir”, pero la paradoja ―completó citando a otro clásico, el italiano Antonio Gramsci― es que “las ideas europeas han ganado el combate gramsciano: ninguno de los nacionalismos a través de Europa osa decir que va a salir del euro o de Europa.” “Hay que adoptar decisiones estratégicas masivas”, exhortó, “y responder a ellas por medio de la potencia, la prosperidad y el humanismo”.

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