Los aliados nos hacemos fuertes

1. Una de las debilidades que arrastra la llamada democracia representativa en el país es que, desde siempre, los poderes del Estado han estado bajo el control de la derecha política, sin real contrapeso político-social alternativo. Es por eso que ha sido tan difícil profundizar la democracia y la justicia social, impulsar el desarrollo nacional incluyente y acabar con la corrupción y la impunidad.

2. La única vez que se perfiló una democracia social y popular fue en el gobierno del profesor Juan Bosch, en un lejano 1963 y, como sabemos, el ensayo apenas duró 7 meses. Los de siempre no lo permitieron y retomaron el poder en 1966 y no lo han soltado jamás.

3. En este proceso los sectores alternativos — democráticos, progresistas, de izquierda— no están ausentes de responsabilidad. Se da el caso incluso de dos partidos que se presentaron, uno como revolucionario y otro de liberación nacional y cuando gobernaron, arriaron sus banderas y terminaron siendo cooptados por muchas prácticas balagueristas, heredadas a su vez del trujillismo. En todos estos años, también hubo destacados dirigentes provenientes de sectores progresistas y de izquierda que fueron asimilados por los gobiernos del perredé y del peledé y en su desempeño ministerial o congresual asumieron la visión de la derecha política y terminaron en el zafacón de la historia.

4. Otros sectores más radicales hicieron jurisprudencia del abstencionismo electoral, bajo el alegato cierto de que los procesos electorales eran fraudulentos y clientelares, carentes de equidad y de legalidad y en muchos casos dirigidos por órganos electorales que actuaban en complicidad. De esta premisa hubo quienes dedujeron que para participar había primero que modificarle la ley, como si el diseño de estas normativas se hace de forma inocente y, por tanto, ignorando que estas leyes solo se modificarán a fondo cuando una propuesta política alternativa asuma la dirección del Estado o por lo menos alcance un peso significativo en los órganos de poder.

5. Al margen de los buenos deseos, las elecciones cada 4 años se consolidaron como la vía legítima y legal de disputa del poder en el país, con la ausencia o la participación marginal de organizaciones alternativas. Este ausentismo impidió el desarrollo de una cultura electoral en las organizaciones alternativas y, peor aún, hizo que los electores no vieran en éstas a fuerzas políticas beligerantes en la disputa del poder local o nacional.

6. A todo lo anterior se agrega la impresionante división presente en el espacio alternativo que lo convierte en una especie de Estado archipelágico, de decenas de pequeñas islas de poder, cada una reclamando la soberanía sobre el conjunto.

7. Con este pesado fardo a cuesta es que el espacio alternativo se presenta al proceso electoral de 2024. Por alguna razón –y quiero pensar que es por nuestra madurez y no solo por lo que viene produciéndose en América Latina con los triunfos de Boric, Petro y Lula— se respira desde distintos ámbitos un ambiente de unidad y de participación conjunta que permite pensar que se hace posible que las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda, en fin, lo alternativo, pueda avanzar y ganar espacios de poder en la coyuntura en desarrollo. Sin embargo, son varios los escollos a superar.

8. Ante todo, asumir que se trata de un proceso de construcción de una propuesta política alternativa y que por tanto se está abriendo un ciclo que debe ir más allá de 2024.

9. No es posible sentarse a esperar la unidad de todo lo alternativo, después de tantos años de divisiones y separaciones. Por eso, hay que encender la locomotora y avanzar ahora con aquellos que estén realmente convencidos que no está permitido ausentarse del escenario electoral, a pesar de todas sus trampas, su inequidad y falta de transparencia.

10. Lo alternativo tiene pues que participar en la disputa del poder político en el proceso electoral de 2024 con identidad, con propuesta, discurso y rostro propio y diferenciado de las opciones de la derecha política y sus aliados y tiene que ser un actor activo en evitar que se produzca un retroceso en las precarias conquistas democráticas alcanzadas.

11. Es necesario tener claros los objetivos a alcanzar para avanzar en la presente coyuntura. En ese sentido, sin renunciar a asumir la dirección del Estado, se trata de acumular fuerzas y convertir lo alternativo en una propuesta política mayoritaria, que alcance una definida representación en el congreso y en los ayuntamientos.

12. Un obstáculo a vencer, que a la vez es una oportunidad, es lograr armar una boleta electoral lo más completa a nivel municipal, congresual y presidencial que le dé presencia en todos los territorios del país y en las comunidades de dominicanos en el exterior. El mejor método para ello son las primarias, pero en ausencia de una ley de lemas, es necesario valerse de otro método democrático como la consulta o la encuesta u otro, para los territorios en donde haya competencia por una misma candidatura de dos o más organizaciones alternativas.

13. Otro reto es la necesidad de ponerse de acuerdo en un programa de gobierno que le dé a lo alternativo propuestas propias e identidad discursiva. Tres pueden ser los ejes principales, con sus derivaciones, que sirvan para unificar lo alternativo en un programa de “mínimos indispensables”. 1) Un modelo económico-social de desarrollo productivo fortaleciendo lo público como garantía de la justicia social; 2) la democracia participativa que haga cierta la soberanía ciudadana y popular; y 3) la defensa y protección del medio ambiente, para la preservación de la vida y contribuir a detener el cambio climático.

14. Por último, está el reto de los recursos. No se puede ignorar que nuestros procesos electorales están diseñados en base a un esquema clientelar, y de grandes inversiones de dinero, siendo esto lo que hace que muchas veces los candidatos sean cooptados y actúen al servicio, no de quien los elige, sino de quien les financió su campaña. ¿Cómo contar con los recursos necesarios de origen legítimo que permita a los candidatos alternativos hacerse competitivos y lograr empinarse frente al electorado por sus propuestas y compromiso social?

15. Superar estos obstáculos y otros, es el gran reto que tienen por delante los sectores alternativos para ocupar el lugar que le corresponde en el escenario político y los órganos de poder del Estado y desde ellos continuar dando la batalla por las reformas y transformaciones necesarias.

Insisto: Aliados es que nos hacemos fuertes.

Guillermo Moreno es abogado y político. Presidente de Alianza País.

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